Sin tantos `por qué´, sobra espacio para el silencio que apacigua...
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 25/03/2013 10:49:42
Traducción de Teresa - [email protected]
Lejos de mi juzgar equivocado el instinto cuestionador de la mayoría, quizá, de las personas de la raza humana. Tratar de encontrar respuestas ciertamente nos impulsa a muchos buenos lugares.
Pese a todo, hay que ponderar sobre los excesos.
El problema no está en desear comprender, sino en creer que la comprensión es siempre necesaria o posible, o bien que sólo se puede aquietar el alma después de obtener tales respuestas.
Buda dejó una enseñanza en la frase siguiente, que a mí me parece responder si no a casi todas, al menos a muchas de las cuestiones más angustiosas que solemos crear: “La mente no conoce respuestas. El corazón no conoce preguntas”.
Pues… que sólo cuestiona el que no sabe. El que sabe, únicamente abre camino para que la vida suceda. Sin hacerse rehén de preguntas que no llenan. Sin resistirse a lo que es, a lo que está. Sin dudar del perfecto engranaje que gira al perfecto ritmo del Universo.
El que sabe tiene fe ¡y sólo el que tiene fe sabe! ¡No una fe mágica, sino una fe sabia! Pero desgraciadamente, la mayoría de nosotros, especialmente en los momentos más delicados, más dolorosos y más intensamente complejos ¡no confía!
Desavisadamente insiste en creer que el corazón es tonto, ingenuo, emotivo en exceso. Insiste en apostar a que las emociones, tan inestables y dinámicas, tan humanamente confusas, son dictadas por el corazón. ¡No lo son!
Todo lo que es fugaz, vulnerable y volátil tiene que ver con lo que mira hacia fuera, suspendido, suelto de lo que es la propia persona – siempre genuinamente singular, dueña de la única sabiduría capaz de apaciguar de verdad cualquier tormenta interior.
Es un hecho que, pese a resistirte a esta idea, tanto más sabrás cuanto menos preguntes. Tanto más percibirás su sentido cuanto más relajes, cuanto más aceptes, cuanto más silencio guardes.
No hay paz en el tumulto de tu mente. No hay comprensión en el afán de búsqueda. No hay amor en la confusión del deseo. Pensar, buscar y desear forman parte del ejercicio de vivir, sí. Forman parte del aprendizaje y de la maduración. Pero la evolución está precisamente en dejar de pensar tanto, de buscar tanto y de desear tanto.
Cuando tu momento sea de tristeza y dolor, duelo y oscuridad, en cualquier grado que fuese, sólo intenta respirar hondo, cerrar los ojos y aquietarte. Todo lo que sea realmente necesario… estará ahí. ¡Y si aún no has logrado darte cuenta de esto, es porque aún no estás lo suficientemente en silencio para oír y ver!