Solo reconoce el mal aquel que lo conoce bien
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 19/06/2010 09:18:13
por El Morya Luz da Consciência - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Los rayos Divinos ¿nos protegen? ¿Y cómo usamos esos instrumentos para esa finalidad?
Y yo pregunto: ¿proteger de qué? Si creemos en la divinidad dentro de nosotros y nuestras actitudes están en compatibilidad con ella, ¿por qué necesitamos protegernos? Eso no significa que podemos subestimar la ignorancia y la maldad ajena, sino que no debemos enfocarnos en ellas. He aprendido en la convivencia del día a día una cosa que había escuchado durante mucho tiempo, aunque he tardado en comprender la señal que la vida me estaba dando: “solo reconocemos aquello que conocemos”, entonces llego a esta conclusión: “solo reconoce el mal aquel que lo conoce bien”.
Cuando creemos en la divinidad en nosotros, sabemos que ella no tiene necesidades, ni siquiera de protección. Nos hemos acostumbrado desde pequeños a oír que tenemos que adorar y servir a Dios, pero esto ha sido mal interpretado, pues cuando Dios dijo eso, su intención fue: “amad y trabajad para mí, dentro de vosotros mismos, Yo en vosotros”. Una enseñanza solo es comprendida cuando es practicada, y, aun así, la práctica dependerá de “quien la interpreta”. A través de esa instrucción estaban enseñándonos cómo protegernos.
Cualquier enseñanza consigue un mayor alcance cuando transmitida con sencillez, con clareza y, mejor todavía: con el ejemplo del profesor que mantiene actitudes compatibles con sus palabras.
Los Rayos Divinos son virtudes del alma y, para que nos protejan, han de formar parte integrante de nosotros, a fin de que seamos compatibles con los principios de las Leyes Universales y no entremos negativamente en las Leyes de Acción y Reacción, o Causa y Efecto. Cuando estamos integrados con la virtud de uno de los Rayos, por ejemplo la generosidad, no atraeremos la codicia o la avaricia, sino la hartura del universo. Si somos verdaderos, solo la verdad formará parte de nuestra vida.
Una persona verdaderamente generosa puede incluso atraer la codicia y la deshonestidad del otro, pero será durante un período pequeño, para que aprenda también a “ayudar” a quien la valora, a “ser más vigilante”, pero pronto la vida busca la manera de alejar energías no compatibles. Tan pronto como aprendemos ya no es necesario pasar por el infortunio y salimos del sufrimiento; pero aquel que atrae por sintonía propia, repite siempre el mismo patrón y tendrá tendencia a “protegerse”, considerando que el sufrimiento proviene de fuera, del otro.
Creedlo, el universo conspira a nuestro favor, y nuestra mayor protección es ser honrados con nosotros mismos y enseñar mediante el ejemplo de vida. El ejemplo toca a las personas en su médula y las hace reflexionar, y solo de esa manera los instructores se hacen faros que iluminan caminos correctos. Los tiempos actuales son denominados “Era Crística”, en la cual se acentúa el regreso del Cristo, y ese retorno no es físico como muchos piensan, sino en la mente y corazón de los hombres que estén totalmente entregados a Él; para que esto suceda, nuestra concienciación ha de llegar a un nivel, en el cual podemos ser felices, amorosos, comprensivos, glorificados, gratificados y protegidos de las malas influencias.
Todo esto se alcanza cuando procedemos conforme a nuestros valores y podemos descubrirlos a través de los pensamientos, palabras y actos que traemos para nuestra manifestación. Solo en el momento en que mostramos al mundo (con éxito) quiénes somos de verdad, es cuando creamos un yo que no necesita de perfeccionamiento, solo así se nos dará crédito.
Nadie consigue esconderse de sí mismo y al tener el valor de expresar la imperfección de nuestra vida, reconociendo nuestros fallos, diciendo: no soy perfecto, ¡me he equivocado! es cuando estaremos preparados para entregarnos al Cristo interno y ser Él en acción. A través de nuestro corazón limpio de resentimientos, de deshonestidad, de mentiras, es como Él, el Cristo, puede actuar, sin la pretensión de ser perfectos, pues no es eso lo que Él pide, sino sinceridad.
Todos cometemos errores, pero la energía crística solo se manifiesta en quien los reconoce y aprende con ellos, esto es sabiduría. El sabio no necesita hacer alarde de su sabiduría, no compite, no juzga, no critica, no miente, ni a sí mismo ni a los demás, y sus conceptos están conformes con los principios universales, pues su corazón no necesita palabras y conceptos porque será abierto por el amor y por la fe en la verdad.
En la verdad y la integridad damos un gran salto, capacitándonos para integrar las vibraciones de la quinta dimensión. Cuando los que se encuentran a nuestro lado procedan y reaccionen dentro de las energías de la tercera dimensión, debemos mantener nuestras vibraciones de fuerza y coraje, permaneciendo en la sabiduría crística.
La protección se verifica naturalmente cuando somos correctos con nosotros mismos y vivimos cada día como el Propio Dios que somos, concentrados en desarrollar las virtudes y los atributos de los Rayos en el día a día. Los Rayos nos han sido dados como regalo para ayudarnos a ser la fuente de Dios aquí en el planeta. El Universo nos ofrece muchas herramientas para protección, pero solo podemos utilizar las que más sintonizan con nosotros, porque hay muchos caminos de vuelta al Uno. No obstante, todos los caminos están basados en virtudes, atributos y cualidades del Creador, y ningún tipo de instrumento será tan adecuado cuanto este.
VERA GODOY