Somos malos amantes
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:26
por Tom Coelho
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Traducción de Teresa - [email protected]
"Empezamos juntos, terminamos juntos".
(Dom Paulo Evaristo Arns)
Primero, es la agradable sorpresa por la invitación a participar en el llamado proceso selectivo.
Cuidadosamente, te preparas para la entrevista inicial. Buscas informaciones sobre la empresa - su historia, valores, productos y servicios comercializados - y sobre su mercado de actuación - la coyuntura vigente, los escenarios, las actuaciones de los competidores.
El día de la conferencia, te pones tu mejor ropa y tratas de llegar antes de la hora fijada. En el lugar de la cita, otras personas, que también llevan puestos sus mejores trajes, y quizá igual de bien preparadas, aguardan con similar ansiedad.
Es posible que una actividad denominada "dinámica de grupo" te sea impuesta a ti y a los demás aspirantes al cargo, entre los que hay los relajados, los nerviosos y los armados con respuestas preparadas y pasterizadas. Una o más entrevistas individuales posteriores elevan el nivel de tensión. En ellas, eres sometido a examen y también testigo de grandes planes para el desarrollo de la corporación - y de tu carrera.
He aquí que, después de todo este recorrido, recibes un telegrama o correo electrónico, en un final de tarde, posiblemente de un viernes, comunicándote que has sido admitido en aquella compañía. ¡Cuánta alegría!
El fin de semana es electrizante y dormir la noche del domingo es misión casi imposible. El sol tiene que salir.
Tu primer día es bien movido. Recibes contraseña y tarjeta de identificación, conoces el sitio donde vas a trabajar y las instalaciones de la empresa, y eres presentado a unas pocas personas. Y terminas las horas de trabajo todavía muy entusiasmado, pero con la impresión de que ha sobrado objetividad y ha faltado atención, receptividad, hospitalidad.
Los meses se suceden y en su decurso las novedades se convierten en rutina; las expectativas en frustración; la dedicación en desánimo. Empiezas a cuestionar dónde está la empresa de aquel disputado proceso selectivo y qué es lo que se ha perdido por el camino. Los días se hacen largos, la hora de la salida tarda en llegar.
Análogamente, la compañía empieza a indagar sobre tu comportamiento, tu modo de proceder y, en especial, los resultados procedentes de tu trabajo. Entre bastidores, puede que te califiquen como negligente, omiso e incluso desinteresado.
Las empresas invierten recursos y tiempo de personas altamente cualificadas para seleccionar a un profesional, pero dejan de promover su integración efectiva al grupo. Carecen de posventa, dificultad que quizá se manifieste en la prestación de sus propios servicios.
Por su parte, los profesionales se dejan abatir por los acontecimientos y traspasan a las corporaciones la culpa por su pérdida de motivación, olvidando que ese es un proceso endógeno, siendo responsabilidad personal la pérdida del incentivo de otrora, del brillo en la mirada y de la razón de ser y estar allí.
Por eso suelo decir que somos malos amantes. Trabajamos mucho, llegamos incluso a luchar para obtener determinados logros, pero somos incompetentes para mantenerlos y desarrollarlos. Perdemos la capacidad de enamorarnos de las cosas que hacemos - y de las personas que conocemos. Nos entregamos a las costumbres, reglas, normas y convenciones. Y, de esa forma, permitimos que las relaciones se despidan de la emoción, los almuerzos declinen en su aroma y sabor, la vida sea vivida sin color.