Su llamado interior, escenario ilustrativo
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 02/02/2009 17:33:17
Traducción de Wagner Luiz de Menezes - [email protected]
Claudio (nombre ficticio) es un poderoso ejecutivo de una multinacional y tiene una familia absolutamente perfecta en los moldes esperados por la sociedad que comparte. Tiene hijos en plena edad de crecimiento y noción de las trampas del mundo y de la realidad social de la cual hacen parte. Es casado con una mujer bonita e inteligente que de modo ejemplar lo acompaña en todas las actividades necesarias.
Como innúmeros ejecutivos de este porte, Claudio viaja constantemente a trabajo dejando con frecuencia esposa e hijos esperando por su retorno.
Toda esa vida agitada y correcta termina por incentivarlo más y más para que él evolucione y crezca en las áreas en que ya esté actuando siendo que constantemente se ve abriendo nuevos horizontes para que emprendimientos más arrojados tomen pose de su vida.
Este ejecutivo, como tantos otros en posición dinámica, estuvo por años situado en una supuesta categoría de Rey en un universo personal perfectamente comprensible en pleno Siglo XXI. Modelos como estos están en ascensión actualmente. Aquellos que no si encuentran en la cumbre de este tipo de pirámide buscan frenéticamente estar, no importando como.
Volviendo al caso de Claudio, todo estaba correcto, impecable. Lo que él no contaba todavía, es que repentinamente empezaría a escuchar una especie de llamado interior. Esto llamado ya observado y estudiado por diversos expertos del ser humano que vienen desde los existencialistas a los filósofos y hasta los más espiritualistas, empieza a través de cierto desconformo, donde a menudo todo el sentido anterior de vida pasa a ser cuestionado.
Este es el proceso de la individualización como Jung sabiamente precisó. El proceso por el cual todo ser humano tiene la oportunidad de transitar durante su existencia. Es cuando somos convocados a dar un salto cuántico para una vida mucho más significativa y atrayente de lo que de antiguamente. E eso ocurre por más que nuestras vidas puedan ser buenas. Independe de cualquier situación anterior.
Ocurre cuando el si mismo pide pasaje para se expresar y tener consciencia de si. Ocurre cuando dejamos de lado las personalidades que nos fueron inseridas y entendidas como eficientes para que transitásemos dentro del contexto en que nacemos. Esta es la fase de transición, donde tenemos la oportunidad de separar definitivamente el joyo del trigo, o sea, lo que nos sirve y lo que a partir de ahora deja de nos hacer sentido.
En el caso de ese ejecutivo, como ejemplo de muchos que están por ahí totalmente automatizados, el incómodo sentimiento lo impulsó para que de algunos pudiesen sentir la vida realmente corriendo en sus venas. Por no saber como salir de esa angustia silenciosa, comenzó a percibir todo a su vuelta enfadoso, monótono. Su esposa no más lo encantaba tanto, sus amigos hablaban demasiado…
Empezó a se interesar por otras mujeres, buscó nuevos amigos y, mismo así, el vacío y la falta de sentido en la vida aún lo asolaban. Claudio no era del tipo que se queda fácilmente depresivo. Es reactivo y nunca fue dado a pensar más profundamente sobre si mismo. Por esa misma razón, todas esas cuestiones – además de la falta de solución – lo dejaban cada vez más confuso y irritadillo, por veces apático. Su mundo interior estaba en plena revolución, en un caos que él propio no comprendía.
En un dado momento, cuando no más aguantaba sus insatisfacciones, fue buscar ayuda en un amigo; no satisfecho recurrió a su creencia religiosa, pero absolutamente nada rechazaba sus sentimientos de vacío existencial y de falta de significados.
Por fuera buscaba vivir una vida como antes, pero por dentro ¡había una revolución!
Un amigo más sensible, percibiendo sus inconstancias, sugestionó que él procurase ayuda terapéutica o mismo que parase con su aceleración y tuviese el coraje de se comprometer con lo que de hecho hacía sentido para si mismo.
En el principio, Claudio refutó, negando toda aquella historia maluca que el amigo decía. Durante la charla, todavía, por algunos infindables instantes, su vida pareció ser apenas y tan solamente una película rodada sin el menor significado… En el final de aquella charla, por la primera vez en la vida, sintió una especie de pánico – Tubo miedo de morir sin haber nacido.
A partir de ese importante encuentro con su amigo, a menudo pasó a redefinir su existencia. Con el pasar del tiempo, su vida fue a menudo se cambiando. Claudio llegó hasta a cambiar la manera de se vestir. Fue se quedando más lleve, más joven, pero más maduro.
En momentos de angustia y de aumento máximo de ese sentimiento de vacío de ese periodo de cambios, ahora acogidos por él mismo, empezó un proceso terapéutico y en el final de ese ciclo memorable de grandes mutaciones, termino se quedando muchísimo bien.
Claudio no necesitó cambiar de profesión, dejar la esposa, etc. Apenas conquistó otra mirada y sensibilidad para todo lo que hay. Muchas cosas tuvieron que se cambiar dentro y fuera de él, pero otras continuaron las mismas, pero definitivamente más vividas.