¡¿Tiene seguridad de que sabe leer?!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 13/11/2006 10:30:56
Traducido por Melissa Park - [email protected]
Cada vez que la gente habla de encuentros entre personas, independientemente del grado o del rótulo que se le de a ellos, inevitablemente tendemos a resaltar la importancia del diálogo. Sucede que no siempre recordamos ¡el verdadero significado de esta palabra!
Dialogar significa que uno habla y el otro escucha, después uno escucha y el otro habla. Definitivamente, no es diálogo cuando uno sólo habla y el otro sólo escucha. Pero, peor que eso es, cuando los dos hablan y ninguno de los dos escuchan.
Por el momento, infelizmente es eso lo que más sucede en las relaciones. Los dos hablan, pero ¡ninguno de los dos escucha! Los dos están abarrotados de sus propias verdades, empantanados en sus propias convicciones y por lo tanto, no disponibles para interesarse por las verdades y por las convicciones del otro.
Argumentan: “¡yo ya se lo que tú vas a decir!” o “¡sé muy bien lo que quisiste decir con aquello!”... y listo - está destruida la oportunidad de cualquier entendimiento. Así, se hacen las más terribles acusaciones, las mayores ofensas son alimentadas y una lamentable disputa de egos queda al servicio de destruir, ofender y lastimar a uno y a otro.
Antes de comenzar una conversación, especialmente aquellas más difíciles, para las cuales ya vamos palpitantes y tensos, deberíamos pasar por una especie de ‘cámara vaciadora de creencias, conceptos y sobretodo, preconceptos’. Solamente de esta manera llegaríamos delante del otro con espacio suficiente para dejarlo ‘entrar’. O sea, para de hecho escuchar lo que él tiene que decirnos.
Y ahí sí, la dinámica seria armoniosa: uno habla y el otro escucha; uno escucha y el otro habla. Alternadamente, atenta y respetuosamente, el objetivo sería cumplido, aún que muchas otras conversaciones precisasen hasta agotar todas las dudas y resentimientos.
Eso si es desear el consenso, es querer realmente un entendimiento; es saber el verdadero significado de la oportunidad soberana que nos es otorgada de relacionarnos con las personas, sea bajo el pretexto que sea.
Lo que importa de hecho no es el tema discutido ni tampoco su opinión. La intuición de aprender a leer el corazón del otro (esto es, escuchar lo que él tiene que decirnos) va más allá de cualquier asunto o veredicto: se presenta como el único camino que nos conduce a la oportunidad de tornarnos mejores personas.
Por eso, antes de intentar imponer nuestra verdad al otro, que tal si, por un día aunque sea, ¿realmente damos atención a lo que él nos tiene que decir... realmente leer su corazón, respetar sus sentimientos?
Así, quien sabe - por más discordantes que ellos sean de los nuestros – tal vez podamos amorosa y humanamente acogerlos, reconociendo que somos todos aprendices, moradores de una misma dimensión, bajo los dolores y las delicias de un mismo Universo...
Por fin, en la capacidad de ponderar, reflexionar y aceptar el hecho de que una verdad es apenas un punto de vista es que está el verdadero ejercicio de amor, ¡tan escaso en nuestras vidas últimamente!