Trayectoria de formación de un Radiestesista
por Maria Isabel Carapinha em STUM WORLDAtualizado em 04/06/2009 14:16:07
Traducción de Teresa - [email protected]
Hay un término popular que dice aterricé aquí en paracaídas. Esta expresión tiene mucho que ver con lo que me ocurrió en mi trayectoria de vida en la radiestesia. Soy ingeniera de formación, por tanto bastante lógica y racional, pero en el interior de mi ser siempre ha pulsado una fuerza enorme de conexión con lo desconocido, con una búsqueda de explicaciones para las cosas más banales de nuestro día-a-día. Mi sensibilidad e intuición siempre han sido muy fuertes; desde pequeña conseguía sentir si algún lugar era bueno o malo y si alguna persona se mantenía en una energía pesada; sin embargo, sentía y casi nunca me expresaba, pues me parecía que no iban a comprenderme.
Yo tenía una amiga a quien encantaba ir a leerse la suerte a todo lugar que aparecía, y no siempre estar en un local desconocido la hacía sentirse segura, pues existen locales que andan en todo tipo de cosas, y está claro que era por los sustos que ya había pasado. Por tanto siempre que iba a uno de esos locales, hacía una propaganda enorme y siempre invitaba a alguien a que fuese con ella, y en una de estas invitaciones fui yo incluida.
El local esta vez hasta era bonito y armonioso, pero la lectura de cartas para mí fue algo simplemente que no tenía nada que ver; la persona interpretaba las cartas leyendo el significado en un libro y por tanto su sensibilidad en nada influía, era cero. La lectura no tenía nada que ver conmigo, salí de la sala decepcionada y me quedé fuera aguardando a que terminase la lectura de mi amiga. Entonces fue cuando vi un anuncio de radiestesia que estaba en el mural de eventos. Nunca había oído hablar del término; sí había oído decir que algunas personas se servían de un péndulo para obtener respuestas, pero nunca había visto a nadie utilizarlo.
Empecé entonces a leer el tal anuncio que decía que mediante el empleo de un péndulo y de instrumentos de radiestesia específicos podíamos medir energías de personas y locales, además de interpretarlas y poder hacer la cura del ambiente mediante la utilización de placas radiónicas; era posible también hacer el equilibrio de las energías de las personas por medio de la pirámide y aprenderíamos a encaminar nuestra energía hacia donde deseásemos. ¡Dios mío! ¡Me quedé fascinada y quería empezar el curso de inmediato! La explicación que tanto buscaba para lo que me ocurría desde la infancia estaba allí.
El curso empezó a las dos semanas y ese fue mi inicio de vida en la radiestesia, hace 22 años; puedo afirmar de corazón que la radiestesia ha cambiado mi vida, me ha vuelto una persona calma y equilibrada, además de poder ayudar a muchas y muchas personas en torno a mí. Al principio yo dudaba de lo que era posible hacer y empecé a experimentar conmigo; de semana a semana yo practicaba los ejercicios incesantemente y los resultados obtenidos me fascinaban. Yo estaba transformando mi vida y convirtiéndome cada día más en una persona más equilibrada.
La radiestesia tiene infinitas aplicaciones, siendo que cada persona se conecta con una de ellas; en mi inicio de carrera trabajé mucho con cura y alivio de sufrimientos a personas, incluso porque esto yo lo conseguía demostrar; y mi sensibilidad que siempre ha sido latente aumentaba cada día.
He descubierto que con la radiestesia yo disponía de ayuda para obtener una gran cantidad de informaciones que de otra forma no era posible, pero en toda esta pesquisa mía siempre he procurado mantenerme fiel a lo que era científico y donde yo pudiese encontrar explicaciones.
El primer principio que me fijé fue armonizar a las personas, pues la armonía significa el equilibrio, el bienestar; para hacerlo eché mano de gráficos específicos de radiónica y el uso de la pirámide, que fue de suma importancia en este proceso y con resultados extremadamente benéficos, incluso en casos más extremos.
El ser humano en general siempre tiene la tendencia a atribuir el poder a alguien, y esto fue una de las cosas en que siempre insistí; la radiestesia no es un don que pertenezca a unos pocos, es una capacidad innata en el ser humano. Para que esto sea posible, basta dedicación, estudio y disciplina en los ejercicios.
Estudiar la radiestesia significa tener el poder de canalizar la energía cósmica hacia donde desees, significa comprender lo que hay por detrás de una dolencia y salir fuera de esa sintonía, significa además comprender por qué tu prosperidad está bloqueada, y entonces desbloquearla; en fin, significa ver la vida de otra manera y transformar tu día-a-día en aquello que deseas.
El equilibrio personal es fundamental para convertirnos en observadores de la situación y jamás entrar en energías que no nos pertenecen, como energías de discusiones, peleas, intrigas, envidia y odio.
El radiestesista ha de ser una persona equilibrada, serena, tranquila, sana y próspera, porque si no, cómo podremos afirmar que la radiestesia transforma la vida de una persona, si nuestra propia vida no es así.
A continuación relato mi primera experiencia como radiestesista dentro de casa:
La casa de mis padres donde yo he vivido durante más de 30 años siempre ha sido una casa saludable y armónica, sin peleas, ni energías ruines; no obstante, tan pronto como empecé a hacer mi primer curso de radiestesia, dos acontecimientos le habían ocurrido a mi padre, en un corto intervalo de tiempo, y después de tanto oír hablar en el curso sobre el daño que determinadas energías causan en nuestra vida, pasé a prestar atención a todo lo que me rodeaba.Mi padre había tenido en un corto espacio de tiempo dos enfermedades relativamente serias, una fue una tuberculosis de riñón, algo no muy común, y algún tiempo más tarde tuvo un infarto sin consecuencias mayores, pues se trataba de una vena secundaria, pese al susto que todos los de casa hemos pasado.
Tomé entonces mi péndulo cromático y salí midiendo todas las energías de mi casa, a fin de comprender lo que había ocurrido; y cuál no sería mi sorpresa, encontré una vena de agua que pasaba por debajo de la cama de mis padres y hacía exactamente la trayectoria del riñón derecho al corazón de él. ¡Caramba! Me quedé sin palabras, pero al mismo tiempo dudaba de lo que había medido, ya que en aquella época yo era una principiante en la radiestesia. Hice lo siguiente: llevé la planta de mi casa, sin contar nada a mi profesor de radiestesia y le pedí que hiciese una prospección a distancia. Él entonces me pidió una semana de plazo y retornó con el diagnóstico: había una vena de agua que pasaba por debajo de la cama de mis padres, haciendo la siguiente trayectoria, y la dibujó en la planta. La posición era la misma que yo había encontrado, caramba, yo me estaba convirtiendo en una radiestesista. En el informe él explicaba las consecuencias serias que podría llegar a padecer una persona que durmiese sobre un punto como aquel; le conté entonces lo que ya había sucedido, y él me dijo: cambia la cama de lugar o coloca una placa de luxor debajo de ella, equilibra a tu padre y siéntete feliz por haber descubierto esto, pues estas dos dolencias han sido como avisos, ya que si él continuase durmiendo sobre aquel punto, podrían sobrevenirle consecuencias peores.
Desde entonces nunca más dejé de estudiar y entrenarme mucho en radiestesia, y de ayudar, después de que he sentido realmente confianza en mí misma, a muchas y muchas personas; y hoy siento que en esta trayectoria mía de vida tengo la misión de transmitir mis conocimientos al mundo a través de mis cursos y conferencias, y de aliviar los sufrimientos de las personas mediante mis atendimientos, ¡simplemente porque amo de corazón lo que hago! ¡La radiestesia forma parte de mi vida!
¡Hasta la próxima semana!
