Tristeza
por Saul Brandalise Jr. em STUM WORLDAtualizado em 04/08/2009 16:31:03
Traducción de Teresa - [email protected]
Ella, la tristeza, forma parte de nuestra vida. Aunque tú y yo consideremos que esta fase momentánea es mala, tenemos que analizar qué es lo que está por detrás de este sentimiento.
Él, el sentimiento, no viene por una casualidad. Es cosecha, lo aceptemos o no. Forma parte de la vida recoger sinsabores. Éstos son fruto de nuestros enjuiciamientos, de nuestras decisiones equivocadas y, principalmente, de nuestras omisiones. Sí, principalmente de nuestras omisiones, y de nuestra conformidad con cosas que van en contra de nosotros mismos.
Parece mucho más cómodo no decidir. Esperar y pensar que así un día se acaben las cosas, y se vayan al lugar adecuado. No, no se van, si nada hacemos.
Hace días me he sentido así: triste.
Nada deseaba hacer. En realidad, me gustaría haber podido irme a una farmacia y comprar allí algunas píldoras de alegría… Esas de dosis concentrada que no hay más que tomarlas para sentir el efecto de inmediato; como si allí, en la farmacia, estuviese la solución de todas nuestras dificultades emocionales.
Algunas personas piensan tal como he pensado yo. Claro que estamos equivocados y que las soluciones de nuestros problemas están, efectivamente, en nuestras actitudes.
Decidí modificar mis costumbres… Nada sucedió, porque a cada lugar a donde iba, llevaba conmigo a mí mismo.
Decidí viajar… Qué asco de viaje… Los mejores paisajes, en mi mente, no tenían sentido alguno. Las personas que estaban conmigo se maravillaban por cuanto veían e incluso con lo que comían. Yo, por más que lo intentase, no le encontraba la gracia a nada. El vino, como se dice en la jerga, no bajaba…
Decidí meditar. Me fui a un sitio calmo, con mucha naturaleza y una cascada que lo adornaba… El rumor del agua invitaba a la relajación. Respiré profundamente, cerré los ojos y me dejé llevar abandonando cualquier pensamiento…
Vaya… descubrí enseguida que había problemas que solucionar, que dependían exclusivamente de mí y de mis actitudes. Yo tendría que actuar – y pronto – si quería que ellos no se avinagrasen más de la cuenta. He sido omiso en el pasado…
Acto seguido, para sorpresa mía, descubrí que la tristeza se había marchado.
Ella, sin que yo lo intentase, tan solo con mi cambio de frecuencia, acabó formando parte del pasado. Ahora yo quería actuar. Era el momento para ello y no había nada que me hiciese cambiar de actitud. Había descubierto mi norte verdadero en pocos minutos.
Así, pensé más tarde, la tristeza es un estado de espíritu y, por lo tanto, nos cabe a nosotros decidir qué hacer con ella. La conclusión es, hasta cierto punto, obvia, pero en el momento en que nos toman los sentimientos negativos, lo queremos todo: regazo, cariño, amparo, alguien que nos escuche… pero es preciso darnos cuenta de que lo que de veras necesitamos son actitudes para eliminar los problemas que están por detrás de la tristeza. En realidad, la situación es incluso un poco diferente. Necesitamos, sí, evitar que la tristeza nos haga compañía. Para ello es fundamental saber emplear a nuestro favor dos pequeñas palabras: Sí y No. Se hace vital – además – no mantener la postura de omisos, de esperar un poco a ver qué pasa…
Jamás decir sí cuando queremos decir no. Jamás decir no cuando queremos decir sí…
Así, con esta postura, ¡adiós, tristeza!
Sé que nos veremos
Beso en el alma
