¡Tu lugar en el universo!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 03/12/2010 13:09:04
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Expansión y condicionamiento son conceptos antagónicos, pero que explican las tendencias de la naturaleza humana. Condicionar es adaptarse a las condiciones preestablecidas a través de la visión practicista de la vida, basada en el uso de la razón materialista. Mientras que expandir la mente significa no limitarse a conceptos existentes, sino estar con la mente abierta, receptiva a las nuevas ideas y descubrimientos, estén o no comprobados científicamente. O sea: expandir es ensanchar la visión del mundo y de la vida más allá de la razón materialista.
En la tendencia condicionada somos personas que siguen reglas, normas y ética aplicadas a la convivencia social, imprescindibles para la vida en sociedad. En la tendencia expansivista, la visión de vida se alarga más allá de los “horizontes” de las nomenclaturas, condicionamientos sociales e intereses particulares.
Cuando predomina la tendencia condicionada, nos volvemos tradicionales y obvios, pues seguimos la “cartilla” de las convenciones sociales, sin desarrollar el sentido crítico e investigativo, responsable por la búsqueda de respuestas, necesarias a la expansión de la consciencia.
Por otra parte, cuando la tendencia es exageradamente expansivista, desatendemos prioridades que nos ligan a la necesidad de supervivencia y de progreso material por medio de la interacción social.
Si solo hubiese personas condicionadas nuestro mundo “real y utópico” evolucionaría muy poco. No tendríamos las ideas, inspiraciones y motivaciones que aceleran el proceso de los descubrimientos e inventos en las áreas de las ciencias, de las artes y del espíritu investigativo que trasciende el campo de la dimensión física.
Si la mayoría de la población terrestre fuese de personas expansivistas, careceríamos de la necesidad de apego a las cuestiones básicas que nos ligan a la estructura familiar y social. Es decir: con la cabeza en lo “alto” de nuestras creaciones, reflexiones, divagaciones y búsquedas, olvidaríamos que los pies han de estar en el “suelo” de un planeta que exige la lucha por la supervivencia.
Registros históricos de la Edad Media nos informan que fue durante la “caza de brujas” cuando todo comenzó, en el sentido de impedir que las mentes se abriesen a la expansión. El trauma de la Inquisición, originado por la imposición del Santo Oficio que determinó que a partir de tal fecha todas las personas estuviesen “condicionadas” para cumplir normas de conducta en sociedad, resultó en siglos de inhibición, desmotivación y bloqueo en mentes de tendencia expansivista. El trauma, en cierta forma, persiste – e insiste – hasta hoy, a través de la visión unilateral que asocia la existencia humana a las circunstancias de la realidad física.
Con todo, a partir de la extinción del Santo Oficio, y por fuerza de las transformaciones anunciadas para el tercer milenio, muchas mentes comienzan a expandirse en busca de respuestas que superen la visión unilateral de la vida sobre el planeta Tierra.
Los últimos descubrimientos en las áreas de la Física y de la Astronomía informan que, independientemente del hombre, la vida sigue su curso natural en el cosmos. Hace mucho hemos dejado de ser el “centro del universo”, como si seres alienígenas estuviesen interesados en nuestro planeta, o fuerzas sobrenaturales o extraterrestres estuviesen conspirando contra intereses de las consideradas superpotencias de la Tierra. La ciencia, la filosofía y el estudio profundo de nuestra naturaleza espiritual, poco a poco comienzan a encontrar nuestro lugar en el cosmos. Lugar que ha de afirmar su identidad con el proceso de expansión del universo…
Lo cierto es que, lo queramos o no, cada vez más, mentes humanas sintonizan con el cosmos en busca de respuestas para la interdimensionalidad de la vida. Mentes en constante expansión vienen siendo responsables por el avance tecnológico y por las pesquisas de naturaleza espiritual, que habrán de contemplar, en un futuro próximo, ciencia y espiritualidad hermanadas en beneficio del hombre.
Y en ese juego real entre condicionar o expandir, al no contrariar su instinto de supervivencia y preservación, el ser inteligente busca alternativas para conciliar lo seguro y conocido, que no ofrece riesgo, con lo desconocido e inexplorado que expande la mente humana más allá de las fronteras de sus condicionamientos asociados a la materia.
Necesitamos expandir y, al mismo tiempo, condicionar. Cuando aceptemos que somos espíritus reencarnados en un cuerpo físico, se habrá dado un importante paso para que la “herencia” del Santo Oficio sea, definitivamente, sepultada en la fosa colectiva de las experiencias inútiles creadas por el hombre.
Llevamos siglos de retraso debido a condicionamientos alienantes, que han hecho lento el proceso de expansión de la consciencia humana. Pero ahora, en pleno amanecer del tercer milenio, con los pies en el suelo de la Madre-Tierra y libres de inquisidores, censores de la libertad de pensamiento, y de torturadores y verdugos, “inocentes útiles” de un sistema que fue perverso, el ser inteligente comienza a asumir su… nuestro verdadero lugar en el universo.
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