Tú puedes despertar de tu sueño
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 19/02/2017 09:55:05
Traducción de Teresa
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En el comienzo, desde nuestro nacimiento, para poder comprender todo lo que sucedía a nuestro alrededor, nuestros cerebros hicieron fantásticos registros por medio de sensaciones, imágenes, olores y otros. Y para cada nueva percepción, un nuevo símbolo de cognición iba siendo creado, formando tanto el modo en cómo nos entendemos, como el modo de concebir la realidad. Sea quien fuese el que los inventó, hizo un acomodo de sobrevivencia impar para que nuestras máquinas biológicas pudiesen construir sus jornadas en este medio.
La suma de varias experiencias y simbolismos referentes a determinadas vivencias forman aquello que suelo denominar bolo perceptivo, repleto de significados vinculados a las percepciones iniciales que cada uno tuvo sobre los eventos del comienzo de la vida. Para algunos, una puerta puede significar única y simplemente una división entre dos recintos, un paso hacia otra sala o incluso la entrada a algún local, pero dependiendo de la calidad de las experiencias vivenciadas con puertas, los simbolismos pueden variar drásticamente. Ideas simbólicas sobre este tema del ejemplo no faltan, para muchos una puerta abierta puede significar acogimiento; para otros la misma puerta abierta puede significar el temor a lo desconocido y así sucesivamente…
¿Qué es lo que quiero decir con todo esto?
Quiero decir que nuestras mentes son altamente creativas, particulares y únicas. Quiero decir también que existen simbolismos universales, pero no solamente, y que cada uno, aunque inconscientemente, hace uso de tales simbolismos según lo hayan afectado sus experiencias de vida.
En nuestras actualidades, la mayoría de nosotros están durante gran parte del tiempo, si no en todo él, transitando por la vida inconscientemente, como si estuviesen pasando por algún trance hipnótico, en un sonambulismo crónico, inmersos en simbolismos creados por la mente en el inicio de los tiempos y que, aunque todavía en funcionamiento, han caído en el olvido porque cuando fueron creados, muchas de las funciones cognitivas aún no estaban siquiera totalmente formadas o incluso despiertas. Actuamos con arreglo a los simbolismos aprendidos y sedimentados por nuestras máquinas biológicas en un tiempo que desconocemos; y a medida que vamos creciendo, tales captaciones sobre la naturaleza de la realidad pueden traernos innumerables trastornos mientras no las desvendamos. Son simbolismos arcaicos que nos han ayudado a sobrevivir y a llegar a donde estamos, pero que hoy necesitan ser relevados y actualizados porque están provocando fallos en nuestros sistemas, y lo peor, fallos en lo mejor que podemos ser…
Muchos de ellos se crearon en nuestras más tiernas edades y en la actualidad, si bien racionalmente dejen de formar sentido, comandan muchas de nuestras acciones y reacciones, impulsándonos a proceder de modo ciego, haciéndonos vivenciar situaciones indeseadas sin que podamos entenderlas o incluso cambiarlas. Aun cuando conseguimos percibirnos, nos quedamos como espectadores impotentes de tramas existenciales que secuencialmente se van repitiendo.
¡Historias de esa clase no faltan! Tú mismo debes pasar por muchas de ellas. No hay quien no las pase. O siempre discutes con los jefes, o eres sumiso en exceso, o sientes pánico al ver cucarachas… Todas esas situaciones son reflejos de simbolismos que nos dicen algo que nuestras mentes racionales desconocen. Lo mismo sucede cuando estamos soñando y pasamos por algo bizarro, pero que en el sueño, pese a que sea difícil vivenciarlo, no lo codificamos como un símbolo, sino como un hecho plenamente viable; si bien al despertar tenemos plena certeza de que la situación era imposible que sucediese y que ciertamente tendría algo de simbólico para revelar y resolver en las imágenes ahora miradas como inconexas.
En la vida real sucede lo mismo… ¿Qué tal si osamos despertar en todas las áreas de nuestras vidas y tenemos más autonomía sobre nuestro existir?
¡Cuanto más despiertos, mejor!