¡Un día de paz!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 18/11/2015 09:51:05
por Paulo Salvio Antolini - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Así fue cómo ella se determinó: ¡tener un día de paz! Nada de lo que sucediese la sacaría de quicio. Empezaron las dificultades. La primera que relató fue mantener el recuerdo de su propuesta. Recuerda que el primer día, al salir de casa, un coche pasó sobre un charco y le dio un baño. Tuvo que volver atrás algunas manzanas, no tenía tiempo para una ducha como es debido, se limpió y sacó el coche, porque ya se le hacía demasiado tarde para ir a pie.
Eso fue suficiente para pasar algunos días sin acordarse de su propuesta. Agitaciones, quejas y mucho mal humor compusieron aquellos días. Durante la cena, en una de sus quejas mentales, la recordó.
Procuró arrojar de sí todas las amarguras y resentimientos. Mientras se bañaba, hizo una oración rogando ser auxiliada en su propuesta. Fue a acostarse.
Era casi mediodía, y fue al quejarse a su secretaria por una llamada telefónica no efectuada, cuando se acordó nuevamente. Decidió escribir un pósit en letras mayúsculas: ¡PAZ!!!
Durante la tarde miró varias veces aquel minúsculo papel amarillo y en todas tuvo que respirar hondo, pues estaba tensa y al borde de un estrés ya conocido: gran irritación, respiración jadeante, corazón acelerado, cuerpo dolorido y pensamientos trabados. Perdía gran cantidad de tiempo en andar por el parque frente a su empresa para recomponerse. No paraba hasta notar que ya era capaz de pensar nuevamente.
Ja había tenido dos o tres oportunidades de mudar su empresa para locales más adecuados y de fácil acceso inclusive, pero el impedimento era justamente que tendría que abrir mano de “su parque”, verdadero santuario para sus crisis.
Me relató que en su casa también tenía falta de recordar lo propuesto, entonces, empezó a buscar objetos que le hiciesen permanecer atenta. Dijo que lo que más le gustaba era un llavero en forma de palomo. ¡Le puso de nombre “mi palomo de la paz”!
Describió las veces que al salir del consultorio me insultaba, pues la palabra “ejercicio” aparecía varias veces en sus sesiones: “Es un gran ejercicio”. “Si realmente lo deseas has de tener voluntad, disciplina y persistencia”.
Fue muy interesante su relato de con cuánta rabia e indisposición hacía los ejercicios recomendados. Ella había aprendido técnicas de respiración, meditación y relajación, recursos sencillos y necesarios para retomar la consciencia y centrarse en sí misma.
Me decía: “Era un querer no queriendo, hoy veo que sí quería, pero no quería el esfuerzo para conseguirlo”. Lo que parecía tan difícil y demorado (entre cinco y diez minutos diarios) hoy forma parte de su rutina. Su relato coincide con el de otras personas que también se propusieron modificar el ritmo de sus días. Los problemas continúan surgiendo, las dificultades están siempre presentes, pero la forma en cómo esas personas se enfrentan a tales situaciones se ha modificado. Todos describen una sensación de que los problemas ya no son algo personal, o sea, contra ellos. Son situaciones existentes que han de ser atendidas.
Un alto ejecutivo me dijo haber recibido una cuantiosa multa en su empresa, y contrariamente a lo que ocurría en tiempos anteriores, con mucha calma buscó todas las informaciones relacionadas y lidió con aquello con tranquilidad y equilibrio. Percibió que parte de lo encausado no procedía y logró con buen sentido y calma reducir rápidamente lo que se le imputaba. “Si fuese en el tiempo anterior a haber venido aquí, con toda seguridad me hubiese dado un infarto”.
Algunos consideran que estar en paz es ser lento y demorado en hacer las cosas. La paz interior aumenta el dinamismo en vez de reducirlo. Aparte de que posibilita un mayor foco en lo que realmente debe hacerse. Observa cuántas personas salen corriendo para “resolver problemas” y vuelven desanimadas, cansadas y sin resultados significativos para lo que se habían propuesto resolver.
Otros lo confunden con no sentir más emociones. Éstas existen y mucho más claras que antes. Es lo que se ha leído y la manifestación de ellas lo que se vuelve más adecuado.
¡Ejercítate! ¡Busca un día de paz!