Un ensayo distinto sobre la ceguera
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 27/04/2016 12:27:43
Autor Paulo Tavarez - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El Evangelio de Marcos relata la historia de un ciego que vivía en una aldea de Betsaida y que fue curado por Jesús. Hasta aquí, todo bien, un milagro más, vida que sigue, todas las religiones van a comentar lo ocurrido, exaltar el poder maravilloso del hijo de Dios y así sucesivamente.
Sin embargo, hay algo curioso en ese pasaje, pues Jesús, para curarlo, le exigió que saliese de la aldea, y después de realizar la curación le recomendó que no volviese a aquel lugar. Vaya, ¿estaría Jesús echando la culpa de la deficiencia del ciego al medio en que éste vivía? No es lógico.
¿Habrá alguna religión intentado averiguar el sentido oculto e iniciático de este pasaje? ¿Qué sería esa aldea en ese pequeño pasaje del Evangelio de Marcos?
Una mirada inquisitiva sobre aquel suceso, introduciendo elementos de la psicología moderna, podría abrir nuevos horizontes interpretativos. Para la Psicología, los pasajes bíblicos, los mitos, los personajes religiosos y muchos dioses y semidioses de los más variados panteones, son representaciones del hombre y de los innumerables componentes que forman parte de la dinámica que envuelve la condición humana.
Jesús, dentro de esa narrativa, podría ser la representación del Self, el hombre ciego la representación del ego, y la aldea el mundo. La ceguera sólo podría ser curada cuando el interesado por la luz (ego) saliese de la aldea (mundo) y tomase conciencia de que no debía volver. Percíbase que es perfecta la imagen del ciego, representando a aquel que desconoce la luz; y de la misma forma, la imagen de Jesús representando la fuerza que nos conduce constantemente hacia el interior y convocándonos a renunciar a la influencia del medio, surge en ese contexto como una clara representación del Cristo Personal que existe en cada uno de nosotros, una instancia también conocida como Self, Yo Superior, Esencia Divina, etc. La aldea, a su vez, es una clara representación del mundo, pero el mundo de ilusiones que ha sido muy bien simbolizado por la Matrix en una película hollywoodiana.
Salir de la aldea es simplemente salir del mundo. Pero ¿cómo salir del mundo? ¿Tendríamos que quitarnos la propia vida? En modo alguno, esto sólo traería más sufrimiento, pues como nos enseña Fernando Pessoa en uno de sus más bellos poemas, tenemos que atravesar el Bojador para ir más allá del dolor.
Ramakrishna enseña que el barco puede estar en el agua, pero el agua no puede estar en el barco.
Podemos, entonces, vivir en el mundo, pero el mundo no debe vivir dentro de nosotros. Salir del mundo, por tanto, es simplemente vivir en él sin permitir que él viva dentro de nosotros. El gran problema es que imantamos de importancia y significado todos los acontecimientos externos, todos los eventos de la existencia, todos los fenómenos captados por los sentidos y esto viene siendo la razón de nuestra ceguera.
Nuestro Self – representación del gran Maestro que existe en el interior de cada ser – trabaja incesantemente por el desarrollo de nuestra idea de realidad y a él deberán atribuirse todas las dificultades y obstáculos que surgen como probaciones en nuestras vidas para nuestro progreso.
Nuestro ego, ciego de Betsaida, tendrá ciertamente que abandonar las tinieblas impuestas por la ignorancia de una vida encajada en los engranajes de un mundo de ilusiones, y buscar el silencio y la soledad de un ambiente fuera de la aldea.
Un mundo verdadero nos aguarda, aparte de la metrópolis ilusoria que nos aprisiona. Presos dentro de una plataforma industrial, encadenados por una cultura basada en lo monetario, jamás comprenderemos el real significado de la verdadera visión de la realidad. Pese a todo, el gran consuelo es saber que el Nazareno trabaja, incesantemente, por nuestro rescate.
