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Un Nuevo Horizonte

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 26/06/2009 14:06:15


por Isabela Bisconcini - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

La mente es de veras un misterio. Y el camino de transformación, ciertamente inusitado…

“Cielo, camino abierto hacia el mar, no hay más que empezar, solo tienes que dejar, y la vida puede ser feliz, incluso unos instantes, incluso un momento”… Dice Marina Lima. Y tiene razón… Pero este no es el comienzo de la andadura, sino lo adelantado de ella. Pensando que los fenómenos no existen por sí solos, sino que dependen de nuestra atribución y de nuestra relación con ellos, pensando que todo es el espacio vacío de las infinitas posibilidades, lo que sobra es la mente y sus proyecciones…

En la vía de la auto-transformación, que es el camino de desmontar esas proyecciones e irnos desnudando, constato que el crecimiento de la consciencia es discontinuo, o sea, seguimos en un camino y el trabajo es cuantitativo: hacemos, hacemos y hacemos; hay que adquirir músculos en ese trabajo, y parece que no vemos un resultado contundente de nuestros esfuerzos, parece que no pasa nada (me acuerdo de un maestro que dijo cierta vez: el Samsara es un océano, tú nadas, nadas, nadas y cuando miras, no has salido del mismo lugar…). Pero es preciso hacerlo; y el camino de crecimiento se revela como un lento e invisible gotear.

Pero aparentemente, sin más ni menos (aparentemente, porque hay que alcanzar un quantum energético de consciencia y nunca sabemos cuánto es lo suficiente), en un dado momento – aquel en que la crema de leche se vuelve manteca o queso – la situación simplemente gira de forma inusitada, y el cambio es tanto cualitativo como inesperado e inexplicable, y de un proceso físico, pasamos a un proceso químico, o alquímico, quizá.
Es un volteo patas arriba… ya no estamos hablando de un esfuerzo voluntario, sino de un hecho nuevo que aparece en la historia, una revelación, una coincidencia providencial, una percepción súbita, un alivio…

Cuando eso sucede en el análisis, es como una lluvia en un desierto… o un oasis; lo que más suelo ver es un hecho nuevo, una feliz casualidad, un sincronismo bendito, una conversación reveladora, un dato nuevo que entra en la historia, un sueño, una comprensión que viene de otro orden… como la manzana de Newton. Algo que cuenta siempre con el apoyo de las fuerzas misteriosas y bienhechoras del Universo; una energía de bendición… y liberación.

Y en ese volteo, todas las premisas, el modo en cómo nos veíamos y las historias que teníamos respecto de nosotros, simplemente caen por tierra, y, cayendo, un paisaje más amplio se descortina y nos cambia, definitivamente. He comprendido que esto es el llamado salto cuántico y que, en un súbito momento, estamos liberados, somos diferentes y salimos del capullo, o del vientre de la ballena – como Jonás – diferentes. Experimentamos una “pequeña iluminación”, no “La Iluminación”, pero sí una pequeña experiencia de un amanecer interno, donde antes había noche. En la práctica, eso no se traduce en un evento grandioso, escrito con las letras garrafales de la vida… por el contrario, a veces es algo bastante menudo… pero que lo cambia todo.

He comprendido también que es preciso hacer el camino del lento gotear (muchas veces tormentoso; ¡no decimos que sea fácil!) para hacer acopio de la energía suficiente hasta que se creen las condiciones para que, en un dado momento, sin que sepamos cuándo, el salto se produzca (pero cuando se produce, el dolor se va). O sea, Newton pensó, pensó y pensó, y era preciso que pensase, para que, en un dado momento, lo imponderable actuase y la solución del enigma de la gravedad le llegase como por milagro, con la manzana cayendo en su cabeza, pero un milagro resultante y concomitante (sincrónico) con el propio esfuerzo consciente. “Ayúdate que la vida te ayudará”, pero haz tu parte, para que la vida pueda hacer la suya.

Y como no hay camino fuera sin una contrapartida dentro, y no hay camino interior que pueda desarrollarse sin que el paisaje externo se mueva, sin que la vida aparente también se modifique, no por la necesidad de comprobar resultados, sino porque el Universo danza en la alineación del tiempo pequeño, lo lineal, con el tiempo grande, aquel cíclico, así, sincrónicamente, el paisaje interno y el externo se encajan y, en esta alineación, cual secreto de cofre, una puerta se abre y contemplamos la vida con un nuevo horizonte… ¡Desde una nueva perspectiva!

Este texto quizá parezca demasiado abstracto a los prácticos y obvio a los intelectuales. Pero entre una cosa y otra, él es un compartir de los procesos de transformación que veo, el mío propio y el de aquellos que tengo el privilegio de acompañar, contando con la limitación de traducir sensaciones en palabras… En fin, como decía Guimarães Rosa, “todo abismo es navegable para barquitos de papel”.


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