Un poco de piedad por tanta liviandad!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 29/04/2008 13:13:20
Traducción de Silvana Partucci - [email protected]
Según el Aurelio (diccionario de la lengua portuguesa), “leviano” (liviano, fútil) es un adjetivo que significa: “que juzga o procede irreflexivamente; precipitado, desconsiderado, imprudente. Sin seriedad, inconstante”.
Yo comenzaría lanzando un cuestionamiento íntimo y personal: quién, en toda su vida, nunca actuó de modo irreflexivo, nunca fue precipitado o inconstante?!?
Creo que, algunos más, otros menos, todo nosotros ya fuimos livianos alguna vez en la vida! Por lo tanto, debería tratarse apenas de un adjetivo mas que caracteriza nuestra condición de imperfectos! Sin embargo, lo que me parece es que la liviandad paso a ser la base de muchas actitudes y recurrentes elecciones, especialmente aquellas que ganan destaque en los medios, sea del modo que sea, para bien o para mal.
Así, ya no amamos u odiamos por lo que realmente somos o basados en aquello en que realmente creemos. Ya ni sabemos más cuales son los valores que nos guían, las verdades que nos conducen. Perdemos el sentido común, la noción de límite y la capacidad de crítica.
Del mismo modo que elegimos un “don nadie” como celebridad, pasamos a admirar y respetar gente que “va donde la lleva el viento” como dictadora de un estilo o de cualquier teoría, también decimos que amamos para siempre un “fulano” que ni sabemos quien es….que acabamos de conocer o siquiera tuvimos esa oportunidad. Amamos virtualmente y esta todo bien!
Y en este ritmo, vamos apostando en sentimientos livianos, que no existen, que no tienen raíces. Amigos! Los sentimientos precisan ser cultivados, nutridos y considerados como algo importante – por que son muy importantes! Y lo que es importante carece de dedicación, delicadeza, intensidad, tiempo…carece de intercambio, compartir, disponibilidad, experiencias en común…es el ejercicio del sentir que torna real el sentimiento.
Pero porque hemos abandonado nuestras referencias sobre lo que sea sentir de verdad, terminamos creyendo que tenemos muchos mas derechos y muchos menos deberes de lo que deberíamos en esas relaciones livianas y vacías que insistimos en sustentar.
Y toda vez que nos vaciamos de lo que podría ser creativo, productivo y transformador, llegamos más cerca de las tragedias y la insanidad, de las acciones impulsivas y de las elecciones desesperadas…..Caemos en nuestras propias armadillas y ni lo percibimos.
Sabes cuál es la reacción de las personas que nos observan? La misma que la nuestra delante de la caída del otro: nos creemos los dueños de la verdad! Acusamos, señalamos con el dedo, juzgamos, condenamos, masacramos, nos comportamos tan monstruosa e indignamente cuanto los más terribles “livianos”. Y nos creemos los justicieros…..
Cuanta falta de humanidad en todas partes: de quien comete la insanidad y de quien señala con el dedo como si fuese perfecto. Cuanta falta de referencia: ni Jesús, ni Buda, ni la Madre Teresa, ni el Dalai Lama, ni ningún otro gran Maestro jamás defendió al tirador de la primera piedra. Por el contrario, todos ellos, pregonaban la compasión, el perdón, y recordaban que todos somos iguales, sin el derecho de juzgar al otro.
Y que es lo que hemos hecho? Liviandades nada mas que liviandades….mayores, menores, estruendosas, imperceptibles…..no importa el tamaño….hemos cometido innumeras liviandades y continuamos considerándonos los mejores, los más correctos, los mas repletos de razones.
En este momento y de ahora en adelante, quiero apenas mirar a mi propio dedo y – mas que justicia – pedir piedad, porque es eso que todos nosotros estamos precisando!
