Una maleta de disculpas
por Graziella Marraccini em STUM WORLDAtualizado em 12/05/2006 14:29:27
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Posees tú también una maleta llena de disculpas? Parece que todos nosotros tenemos una. Unos más grande, otros más pequeña. La mayoría de nosotros rehuye las tareas más fastidiosas buscando una disculpa. Con esa manera de actuar estamos evitando, o cuando menos, retrasando, nuestro desarrollo espiritual. Afirman los sabios que, al retornar ante el Creador, estaremos listos a sacar de nuestra maleta un montón de disculpas para justificar nuestra falta de acción. “¡Yo estaba demasiado ocupado intentando sobrevivir!”; “¡Yo he sido bueno, pero los otros me han impedido actuar como yo quería!”; “¡Yo ni siquiera sabía que Tú realmente existías y no tenía tiempo para cuidar de la vida espiritual!”.
Y Dios podrá responder: “Acepto tus disculpas, pero realmente, nada has hecho en esta vida para tu desarrollo espiritual”. Y entonces, ¿cómo quedará? ¿Vamos a esperar a volver otra vez y finalmente hacer algo al respecto?
¿Existirá algo, en el interior de cada ser humano, que impide que evolucionemos espiritualmente? La respuesta es bastante sencilla. Debemos convencernos de que nuestras acciones son contabilizadas para nuestro propio bien. Así las haremos de buen grado. Cuando sentimos que estamos ayudando a otros, o haciendo una acción espiritual porque debemos hacerla, vamos a encontrar enseguida una disculpa para evitarla y ella no nos servirá de nada. Cuando el trabajo espiritual es percibido como una acción compulsoria, nos resistimos. ¿Cómo reaccionas cuando alguien te dice que tú deberías hacer algo? Probablemente vas a reaccionar de manera negativa. Vas a poner en cuestión el motivo. A nadie le gusta sentirse presionado. Para que podamos actuar de modo que nuestras acciones sean una pieza positiva en nuestra maleta espiritual es necesario que las hagamos de buen grado, sin presión o coacción de ningún tipo. Es preciso que la acción venga desde dentro hacia fuera, espontáneamente. Así, llevarás a cabo la acción para tu propio beneficio. Tenemos que recordar esto en cada buena acción que hagamos, en cada gesto benevolente, en cada palabra de cariño. No es suficiente ser una buena persona, hemos de ser cada día mejores.
Circula en Internet un Horóscopo Maldito en el cual alguien muy fresco ha escrito los defectos de cada signo astrológico. Yo misma ya he recibido e-mails de personas descontentas por haber descrito los defectos de los signos en la definición de los Signos Astrológicos publicada en el STUM. Pero, ¡TODOS NOSOTROS TENEMOS DEFECTOS! Los signos, al indicar tipos diferentes de personalidades, no hacen sino describir la propensión de cada uno de nosotros hacia uno u otro tipo de comportamiento, bueno o ruin. Por esa razón, tomar conciencia de nuestros defectos es dar el primer paso. No sirve de nada que busquemos en nuestra maleta de disculpas las justificativas para nuestros actos y, por consiguiente, para nuestra estagnación espiritual. Será demasiado tarde. Tendremos que volver, y volver, y volver, hasta que completemos nuestra tarea. Por tanto, haciéndonos conscientes AHORA podemos disminuir la distancia que nos separa de la Luz Divina.
Imaginemos que estamos en la facultad, queremos licenciarnos, recoger el diploma, pero no asistimos a las clases, sino que vamos al cine, o al parque a galantear en lugar de estudiar. No estamos obrando mal. No perjudicamos a nadie, a no ser a nosotros mismos. ¡Y después, cuando llegue el final del curso, cuando lleguen los exámenes, estaremos lamentándonos, buscando en nuestro equipaje todas las disculpas posibles! Qué infantilidad, ¿no es cierto? Por tanto, ¿no actuamos del mismo modo ante la vida?
¡No existe mayor infierno que el ver que hubiésemos podido hacerlo mejor y hemos fallado en nuestro propósito!
Así, hagamos un esfuerzo suplementario para actuar del mejor modo posible. No solamente en nuestro trabajo, no sólo para ganar nuestro pan de cada día y llevar adelante nuestra vida decentemente, sino también para corregir nuestra alma y tornarnos cada día personas mejores. Y no estoy hablando de aquellas mortificaciones u obras de caridad que las religiones enseñan, y que, muchas veces, llevamos a cabo para descargo de conciencia. Hablo de los actos que realizamos espontáneamente, para el bien del prójimo y, por consiguiente, para nuestro propio bien. No olvidéis entonces que esta semana, con la influencia todavía presente del Año Nuevo Solar, estamos preparando el libro de nuestras acciones anuales. Comencemos a reflexionar y a actuar de manera consecuente. Al final del día podríamos preguntarnos: “¿Qué he hecho hoy para cumplir mi tarea de evolución espiritual?” Seamos sinceros, muchas veces no tendremos nada que escribir en el libro. Pero, si hacemos de esa reflexión un hábito, pronto estaremos modificando nuestro comportamiento y todo será más fácil. La energía del momento nos ayuda a renovar nuestras intenciones. Los antiguos rituales conectaban a las personas con las energías astrales. Aprovechad. El Cielo está a nuestro favor.
Decid: “Sé lo que debo hacer. Quiero estar preparado y hacer lo que sea preciso para la evolución de mi alma.” ¡Abandonad la maleta de las disculpas! Una persona consciente de su destino no necesitará de ella para nortear las opciones que elija.