Variaciones sobre el tema de la traición: El matrimonio, ¿qué es?
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 30/10/2008 12:05:34
Traducción de Teresa - [email protected]
Puntos de vista:
A lo largo de mis atendimientos, en este mundo posmoderno que habitamos, no pocas son las veces en que las pacientes llegan un poco confusas en cuanto a los significados del traicionar. Obviamente aquí estamos abordando, bien actos afectivos, bien deseos no satisfechos pero contemplados. Estamos también hablando de creencias personales y vigentes en esta época y de los cambios que aparentemente estarían ocurriendo en nuestra actualidad.
No traeré respuestas preparadas, sino que invito al lector a mantener su mente abierta y a aventurarse dentro del tema propuesto haciendo sus propias conjeturas.
Recientemente estaba realizando un programa en una radio, hablando sobre cuestiones referentes a calidad de vida, cuando un oyente telefoneó preguntando acerca de la cuestión de la traición. Lo interesante es que su pregunta estaba anclada en el tema calidad de vida, parecía que él tenía necesidad de compartir en público un asunto ocurrido con él mismo. Cuestionaba mi opinión basado en que él siempre había creído estar en un matrimonio perfecto, pero que repentinamente se había visto sorprendido por un encuentro con otra persona, alguien que le proporcionaba aspectos afectivos nunca antes vivenciados… Su pregunta era si aquello que él estaba viviendo intensamente podría ser considerado como una traición en su matrimonio, o bien si no viviese aquella situación tal como lo hacía, entonces sí sería una traición para consigo mismo, para con su propia vida.
Pregunté al joven señor qué era lo que él sentía sobre su experiencia y él prontamente contestó que sentía estar siendo ético consigo mismo, pero no con el sistema de matrimonio según el cual había hecho un contrato de fidelidad… Pero que, pese a conocer las normas de moral impuestas desde fuera, sabía que no lograría ser infiel a sí mismo esquivándose de lo que estaba viviendo.
Pienso que esta no es una cuestión fácil ni sencilla de desarrollar, puesto que hay muchos caminos que abrir dentro de este asunto.
Podemos hacer incontables lecturas psicológicas sabiendo que cada caso es extremadamente singular y único dentro de este delicado tema. Según la psicología, podremos enveredar tanto por caminos patológicos, como por caminos extremadamente saludables, dependiendo de cada situación.
El factor de la traición propiamente dicha podría ser considerado como tal, cuando una persona afectivamente comprometida sale con otro, alguien “de fuera” de la situación y tiene una relación afectiva y/o sexual.
Muchos – hoy día – consideran fallida la institución matrimonial, pero parece que no hay un modelo ejemplar de sustitución hasta el momento. Percibo, sin embargo, que lo importante es que uno se sienta bien, sea dónde y cómo fuere.
Hoy día vemos muchas personas que se separan, pero poco se habla de las personas que no están nada felices en su matrimonio, y que aun así no abren mano de él por saber que tienen una identidad construida en su medio social a través de esta situación. Son personas que saldrían de un matrimonio si realmente valiese la pena, si algo mayor se impusiese a ellas (como estar literalmente enamorados) y si la persona encontrada tuviese el mismo nivel que el suyo. Percibo que son personas que reconocen su estilo de ser, han comprendido el estilo de ser de sus aparceros, han tenido la oportunidad de modificarse de modo importante durante sus vidas y ahora pasan por el callejón sin salida del cuestionamiento sobre el traicionar, el romper y la posibilidad de cambiar efectivamente la calidad de sus vidas.
Existe un conflicto sobre adecuarse de modo más consciente con lo que existe en la relación o efectuar un cambio significativo en sus vidas.
La opción, sea cual fuere, nunca será tan sencilla y sin tantas implicaciones como sucedía en la adolescencia y, aunque este movimiento recuerde el de aquella edad, está bastante alejado de eso… Aquí estamos hablando en el orden de la madurez consciencial.
Hablo de personas que no quieren abandonar aquello que les gusta hacer, los ambientes en que circulan, pero que desean cambios en su status afectivo. Un tipo de definición y búsqueda que por lo que vengo observando en mis pacientes, viene con la edad.
Son personas que buscan otro tipo de complicidad en sus aparcerías y que seguramente no lo están encontrando en su matrimonio.
Recientemente recibí en mi consultorio a una joven señora que traía el siguiente relato:
“Mi marido no es ni ha sido nunca un entusiasta del sexo y a mí me gusta el estar juntos, el toque, la complicidad… Sin embargo él no funciona así, hoy sé que es su estilo, no es contra mí y sé que no va a cambiar, he renunciado, después de intentarlo demasiado por todos los medios. Él quiere que yo me someta a su modo distante… Pero yo me siento sola, muy sola. Tuve una crisis cuando me di cuenta de eso, comprendí que la vida un día se acaba de veras y decidí que quiero hacer que mi existencia valga la pena en todos los sentidos y esto ciertamente envuelve el aspecto afectivo.
Detesto la situación de doble vida, pero hoy me encuentro en circunstancias en que estoy considerando esa posibilidad.”
Este breve relato sólo viene a reforzar las situaciones abordadas más arriba en lo que se refiere a las cuestiones sobre el traicionar, a los sistemas de creencias y a la búsqueda de nuevas posibilidades de existir con más calidad de vida.
Lo que se ventila aquí es sobre qué hacer cuando las reglas y leyes impuestas por el medio en que se vive no están siendo suficientes para que se sea feliz. Parece que la cabeza de los más jóvenes se encamina a un estar más preparados en este sentido, pero aún no hay certidumbre sobre esto.
Lo que sabemos es que los jóvenes están transitando con mayor facilidad entre las posibilidades que envuelven el querer. Resta saber si realmente saben lo que quieren y si existe un tiempo para que se instale la maduración de un querer, que viene juntamente con la experiencia de vida de cada cual.
Resta saber en fin, si este movimiento cuestionador sobre la traición, en el sentido que estamos abordando, viene con la madurez o es fruto de un cambio de pensamiento ocasionado por las demandas de nuestra actualidad.
Vuelvo a decir que cada caso es un caso y que en un proceso terapéutico todas esas cuestiones deben ser profundamente pesquisadas; pero que jamás deberíamos olvidar que siempre somos nosotros los responsables por el sistema de construcción de realidad en que estamos inseridos.
Somos simultáneamente víctimas y creadores; resta ahora ejercitar la lucidez y la autonomía en nuestras creaciones.
Como siempre, invito a todos a que se auto-pesquisen y que no se priven de buscar auxilio terapéutico cuando necesario. No estamos solos ni es preciso que lo estemos cuando percibimos que nuestras dificultades se hacen insolubles o sufridas en demasía…