VIAJANDO CON LA MADRE MAYOR
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 04/12/2015 09:52:36
Autor: Maísa Intelisano - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Qué lindo, Madre, ver brotar flores espirituales de las llagas humanas. Cada herida abierta en la carne es como un portal de salida para las impurezas del espíritu. Cada dolor que castiga la corteza humana fortalece el ser espiritual en su andadura infinita.
Es preciso comprender que la injusticia no existe, a no ser en los ojos de quien la ve.
Cada dolor, cada lágrima, cada herida experimentada en el tránsito carnal, enciende una luz en el corazón de quien la vive, iluminándolo por dentro y a muchos de los que están a su alrededor. Los planes de Dios son perfectos, aunque la comprensión humana no los alcance en profundidad. Y todos somos planes de Dios, proyectos divinos destinados al triunfo.
Qué lindo, Madre, sentir en el pecho esta certeza, saber que Dios está en todo y que, por tanto, todo está bien, todo está correcto, todo está en su sitio.
Qué lindo, Madre, probar de tu dulzura y poder compartirla con quienes sólo traen amargor en su corazón.
Qué lindo, Madrecita, saber que estamos todos en tu corazón y en las manos de Dios… seguros, protegidos, vivos…
No hay en el Universo, Madre, sentimiento más sublime que este. No hay, para nosotros, Madrecita, sensación más embriagadora que la de sabernos vivos, movidos a luz y amor, en la certeza de que nada puede apagar la llama viva que arde en nosotros, sin consumirnos, pues esta llama es amor puro que parte directamente del Creador.
Qué dulce, Madrecita, vislumbrar tu belleza serena, que arrulla a miles de conciencias entregadas a la negación y a la muerte.
Qué linda, Madre de la Vida, tu dulzura tierna bañando frentes cansadas, llenando corazones vacíos, enderezando vidas desorientadas.
A tu alrededor, Madre de Luz, están tus hijos. Cabeza baja, manos tendidas, esperan merecer de ti sólo una gota de la savia divina que brota abundantemente de tu corazón.
Madre de Alegría, derrama por el mundo esta ternura de que estás hecha, para que los hombres puedan verte en espíritu en cada mirada.
Madre de la Fortuna, Sembradora de la Unidad, haz brotar en cada mano las flores de tu paz infinita, para que cada caricia sea una bendición y cada abrazo un banquete espiritual.
Madre de Plenitud, Señora de la Armonía, que tu amor pueda rescatar cada conciencia perdida, para que todos podamos ver nuestra propia luz interior.
Sea tu belleza lo que vemos en nosotros mismos, para que seamos capaces de ver a Dios en cada uno.
Madre de Compasión, Mensajera de la Unidad, que tu inspiración pueda mostrarnos el camino recto por entre la broza de nuestros errores.
Sabemos que no estamos solos, pero a menudo nos sentimos solitarios, invadidos como somos por nuestras propias dudas e ilusiones.
Que la firmeza dulce y serena de tu presencia amorosa pueda envolvernos, haciéndonos lo bastante fuertes como para enfrentar los dolores de la humanidad, reflejos de nosotros mismos en el mundo en que vivimos.
Recibido espiritualmente por Maísa Intelisano, en abril de 2004.
