Vida Presente
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 20/12/2013 09:33:50
por Enildes Corrêa
Traducción de Teresa - [email protected]
"El momento presente es un regalo de la Existencia. Por eso le llamamos momento presente. Lo único es que no lo aceptamos. No estamos disponibles para aceptarlo y lo perdemos. La única condición que la Existencia exige es que estemos disponibles. ¡La vida es tan bonita! Y, a cada momento, la Existencia está dando la oportunidad de que permanezcamos conscientes de lo que está ocurriendo ahora".
Kiran Kanakia
En nuestro día a día, estamos tan enrollados con los problemas, tenemos la atención tan puesta casi únicamente en nuestro propio ombligo, que pasamos ante las otras personas y no las vemos. Mejor dicho, las personas de este "mundo moderno", siempre tan atareadas, corren un riesgo todavía mayor: el de pasar por la vida sin verla y sin vivirla. Hombres y mujeres con sus zapatos y sus sentidos cerrados, viven casi sin sentir y sin tocar la tierra que les da el aire de cada día.
El burbujeo de la vida se produce a todas horas y a todo momento ante nuestros ojos, pero sólo podemos percibirlo y sentirlo si estamos presentes en el aquí y ahora. Por lo regular no sucede así. El presente queda de lado, oprimido por la mente que gira en función del pasado y del futuro.
Siendo así, vamos a tener personas ausentes y desconectadas, tanto de su mundo interior como del exterior. Y esa falta de presencia hace muchos estragos y boquetes en la convivencia humana, en lo familiar, lo profesional y lo social.
Si no estamos enraizados en el presente, dejamos de interactuar de manera equilibrada y sana con la vida en sus más variadas formas. Vida que cortamos dentro y fuera de nosotros. Los sentidos se ven entorpecidos. No oímos las plegarias de la Existencia expresadas a través de la risa de los niños, de la canción de los pájaros, del sonido de las cascadas, del viento, del "farfullar de las faldas verdes de los árboles", como expresó la poetisa Ana María Gomes en 'Árboles'. No vemos el bailoteo de las mariposas, las miradas tiernas de los dulces ancianos, el florecer de las plantas, el colorido del amanecer y del ocaso, el vuelo pausado de las garzas que cruzan la inmensidad del cielo todos los días por encima de nuestras cabezas.
Estar y permanecer presente en el aquí y ahora, en el momento del cuidado de los hijos, del baño, de regar las plantas, de cocinar, lavar los platos, o cualquier otro acto cotidiano, es abrir las puertas para unificarnos a nivel interno y externo. Con esa totalidad de presencia en todo lo que hacemos, nuestro hacer adquiere una cualidad diferenciada y se convierte en meditación.
En ese acto simple de estar presente, salimos del estado de tensión, conseguimos relajarnos, nuestra visión se aclara y se ensancha. Así, más relajados y con la vista más clara, encontramos soluciones para muchos de los problemas a que nos enfrentamos.
Y ¿cómo permanecer en el aquí y ahora, sin apego al pasado y sin miedo o ansiedad respecto del futuro? La clave es acoger el momento actual, ya lo consideremos bueno o no.
Mi papá, cierta vez, me dijo: "La vida es buena. Esté la vida buena o no, tú la consideras buena. Así, ella se hace buena. Y cuando vayas a dormir, cierra los ojos y el sueño viene. Tú no te preocupas y duermes aquel sueño bueno, tranquilo".
Cuando tenemos el coraje de encarar la realidad tal como ella se presenta, aun en medio de las mayores tribulaciones, se hace posible salir del caos mental y mantener el equilibrio interior. Ganamos fuerza y clareza para lidiar con los problemas y, lo que es mejor, salimos de la reacción, del papel de víctima, dejamos de echar la culpa a los demás por nuestras miserias emocionales y asumimos la responsabilidad por nuestros actos. Entonces sí, podemos trascender nuestros límites.
Esta aceptación y acogida de la vida tal como ella es, aquí y ahora, nos da un fuerte enraizamiento con nuestro centro y nos permite vivir de forma madura y pacífica. Nos desapegamos del pasado y nos despreocupamos del futuro. En estas condiciones, conseguimos desembarcar efectivamente en el presente que es la propia vida, ya sea en los momentos de alegría, ya en los de tristeza. Entonces, se hace posible celebrar la vida de modo incondicional.
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