Vidas pasadas y adolescencia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 15/01/2013 17:13:03
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En los primeros años de la niñez es cuando el espíritu encarnado puede tener recuerdos de la vida pasada. Tras este corto período, el individuo, que regresa a la Tierra para una nueva jornada de aprendizajes, tiende a olvidar los recuerdos para el resto de su vida. Sin embargo, con independencia de tener o no recuerdos, lo más importante en la infancia es la experiencia educativa que el individuo agregará de la relación con sus padres biológicos o sustitutos. Por lo regular espíritus conocidos de otras jornadas en la dimensión física.
En la lógica existencial, lo que le interesa al crío en esta fase de dependencia y de intenso desarrollo emocional y sentimental con sus responsables, es la calidad de la educación recibida en términos de afectividad y valores, visto que el espíritu mantiene de forma latente durante este período, rasgos de carácter que trae consigo de vivencias pasadas.
Pese a ello, incluso la calidad de la educación transmitida al pequeño no es garantía de un futuro adulto psíquicamente sano. Tal afirmación la verificamos en los innumerables casos de hermanos, que aunque hayan salido de la misma “horma” educativa, se han convertido en adultos completamente diferentes en su conducta.
En la adolescencia es cuando aparecen las acentuadas diferencias entre hermanos biológicos. Fase de turbulencia en al cual afloran los problemas mal resueltos en la relación con los padres, asociado a rasgos de carácter heredados de otras vivencias en la materia. En esta dirección, Joanna de Ángelis, por la psicografía de Divaldo Pereira Franco, nos advierte: "La educación en el hogar y en la escuela constituye el valioso recurso psicoterapéutico preventivo en relación a todo tipo de drogas y sustancias adictivas, desvíos conductuales y sociales, muletas psicológicas y otros derivativos".
En esta difícil fase de transición, el espíritu reasume su verdadera condición, presentando a partir de ahí todos sus defectos y virtudes. En El Libro de los Espíritus, cuestión 385, Kardec pregunta de dónde proviene el cambio que se opera en el carácter, a cierta edad y, particularmente, en la adolescencia. Los espíritus que lo asesoran contestan lo siguiente: “Es el espíritu, que desanda su naturaleza y se muestra tal como era”.
La fase de conflictos vivenciada por el adolescente no es más que el choque de estas energías, cuando el presente y el pasado intentan entenderse en la solución de problemas internos, lo cual definirá el comportamiento predominante del futuro adulto.
Por otra parte, la maternidad, lo mismo que la paternidad, son oportunidades para que los espíritus envueltos en una realidad de convivencia familiar lleguen a reconciliarse por medio de la energía del amor, pues está en la misión de ser madre, padre o hermano, el compromiso de rescatar la relación de confianza perdida en alguna experiencia del remoto pasado.
Por tanto, el conflicto de la adolescencia, más significativo para unos, menos para otros, es la forma que el ser inteligente encuentra para añadir más o menos calidad a su "currículum vitae". La diferencia de calidad estará siempre en la educación recibida de los responsables, que podrá, a través de la combinación amor-equilibrio, alterar positivamente la pauta conductual de su hijo, construida durante las muchas vidas del espíritu reencarnado. No ocurre lo mismo cuando la calidad del amor-equilibrio queda comprometida en la relación padres-hijos. Experiencia que puede mantener o alterar negativamente el modelo conductual del individuo.
La vida para el individuo dotado de inteligencia y libre albedrío es una suma de registros pretéritos y actuales. Registros que pasan por la importancia y significado de la educación en el proceso de crecimiento de la persona. Cuando este proceso sufre interferencia negativa de los responsables, la adolescencia señaliza la intensidad de su crisis, que revela en sus bastidores una considerable energía psíquico-espiritual en desarmonía. Situación que podrá transferir a la vida adulta una serie de trastornos para el individuo.
En el contexto vital, la adolescencia es una síntesis que trae consigo la energía del remoto pasado, asociada a la energía de la experiencia relacional con los padres de la vida actual. Este resultado es fundamental para convertir la adolescencia en una experiencia más o menos problemática, pues, como hemos registrado antes, cada individuo arrastra su propio currículo. "Fardo" que para unos es pesado y para otros, leve. Por este motivo, las experiencias vitales son distintas, incluso aquellas que tuvieron el mismo tratamiento por el proceso educativo, que son los casos de hermanos diferentes en todo a pesar de haber convivido bajo la responsabilidad de padres conscientes y amorosos.
Con todo, independientemente de las tendencias que pueden definir el rumbo de una vida, cada individuo trae también consigo la "voz" de la conciencia en los momentos en que ha de elegir según la orientación del libre albedrío. Esta "laguna" del tiempo, que no es pretérito ni presente, sino futuro, podrá ser fundamental en la elección de un nuevo camino para la vida.
Pese a que el compromiso familiar tiene su importancia en el contexto vital, y a que estamos atraillados a las leyes de la reencarnación, cada joven tiene el poder de decidir sobre sus designios. Poder que estará en condiciones de cambiar para mejor una historia de muchas vidas del espíritu inmortal.
