VISIONES DE UN RESCATE EN MASA
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 06/10/2015 08:15:50
por Maísa Intelisano - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Un bólido de luz se arrebata del cielo sobre las tinieblas, y en su trayectoria vertiginosa, rasga el velo espeso del submundo espiritual. En ese momento, una oleada enorme de dolor y desesperación se vierte por esa fisura, invadiendo el mundo de los llamados vivos. Lenta y envolvente, esa masa se esparce y se transforma poco a poco, revelando miles de cuerpos mutilados y vacilantes, al lado de otros tantos que se arrastran en su propia deyección emocional.
La escena es impresionante. Algunos parecen ahogarse en sus propios dolores, para renacer seguidamente de sus entrañas, y nuevamente volver a ahogarse en desesperación y dolor… La multitud de muertos vivientes avanza sobre los llamados vivos y en su estela deja el olor sofocante de la desolación, de la rebelión, de la más total degradación.
Desde lejos, el bólido luminoso parece esperar, vigilando, serena y pacientemente.
La herida recién abierta en el submundo espiritual exuda lentamente todo su dolor, su angustia, su rebelión por aquello que considera pérdida e injusticia. Y aquellos seres caminan, sólo por instinto, sin saber muy bien dónde están o hacia dónde van.
Confusos, asustados, repentinamente arrancados de su mundo oscuro, sofocante y sin forma, sólo observan, desconfiados y agitados. Pero el hambre de luz es mayor, y aunque de manera huidiza, se acercan al claro luminoso abierto frente a ellos.
Están desde hace tanto tiempo y tan profundamente perdidos en sus propias tinieblas, que la luz parece agredirlos, hiriéndolos como un puñal, pero la buscan anhelantes, entre lamentos y bramidos.
El pavor es tan intenso que casi se puede tocar, pero el deseo de escapar a aquel lugar viscoso es mayor y los impele hacia delante, irresistiblemente, irracionalmente.
La luz entonces se suaviza, y de en medio de ella surgen otros seres, miles de otros seres brillantes, profundamente dulces y amorosos, serenos y firmes en su acción.
Su mirada dispara chispazos de luz hacia los llamados vivos que, ajenos, duermen, sin la menor idea de lo que sucede. Tocados por aquellos dardos de luz, sus cuerpos espirituales se desprenden como en un pase de magia y como sonámbulos pálidamente iluminados, flotan pocos metros más arriba de sus propios cuerpos físicos que descansan en la Tierra.
Tocados, entonces, por el rayo luminoso que se desprende del corazón de cada uno de aquellos seres brillantes salidos del bólido de luz, aquel ejército de sonámbulos se convierte en un inmenso contingente de rescate, filtrando aquella energía finísima y disparando dardos de luz al corazón de cada uno de aquellos infelices, arrancándoles de su letargo y revelándoles, sin rodeos, toda su miseria y degradación espiritual.
Los infelices no ven a los seres brillantes, tan sólo el claro de luz y el ejército de rescate que milagrosamente ha surgido frente a ellos, como ángeles salvadores enviados por Dios.
Sus ojos embazados entonces chispean y vierten lágrimas, mientras sienten el propio pecho aplastado por la repentina consciencia y el arrepentimiento por la condición a que se dejaron llegar. Lloran convulsivamente lavando amarguras inadvertidamente acumuladas una sobre otra, como ropas gastadas y harapientas, que nada cubren de sus vergüenzas, y que sólo mantienen por puro apego infantil y enfermizo.
Mientras lloran, son recogidos por el ejército de rescate, formado por sonámbulos que ni siquiera imaginan el servicio que prestan. Tomados por ángeles venidos del cielo, no son más que seres humanos, cuyo cuerpo duerme sobre una cama, donde imaginan que está también su espíritu, inerte, inútil, estático, como su cuerpo. Qué ilusión…
Tocados por seres infinitamente brillantes, salen de su letargo espiritual, se desprenden de su cuerpo físico y mecánicamente obedecen al comando mental de consciencias superiores que, sin su energía más densa, no alcanzarían a aquellos seres tan desesperados, no pudiendo despertarlos y rescatarlos para llevarlos a otros planos más sutiles, donde pueden recuperarse de toda su degradación.
Uno a uno los infelices son despertados y rescatados. Y todos van siendo recogidos, adormecidos, aquietados como niños, por los seres de luz, mientras la fisura abierta por el bólido en el velo que separa el mundo de los llamados vivos del submundo espiritual se va cerrando muy despacio.
El ejército de rescate también se va disolviendo y los sonámbulos van poco a poco apagándose y volviendo automáticamente a sus cuerpos, como si vistiesen un viejo uniforme para volver a la escuela.
El claro luminoso aún brilla y dentro de él, los seres iluminados van reuniéndose y transformándose en un único e intenso foco de luz, el bólido original que bajó del cielo en su misión de rescate, como una nave divina.
Poco a poco, todos aquellos seres de luz parecen transformarse en un único ser, en una única mente, en un único corazón, pulsando amor puro, pulsando compasión serena e incondicional hacia todos los seres del universo.
Poco a poco parecen despedirse, pero no dicen adiós, pues la misión es continua y se repite diariamente, aunque los llamados vivos siquiera sospechen lo que ocurre a su alrededor mientras creen que están durmiendo, aunque los llamados vivos siquiera sospechen el maravilloso servicio que prestan en las horas en que se imaginan más inactivos en su vida...
Maísa Intelisano
NOTA: Texto escrito originalmente durante una de las reuniones del GOD – Grupo de Orientación a Desencarnados – del IPPB, en 2005, describiendo un rescate en masa hecho en una de las franjas más densas del umbral. La escena fue vista por mí durante el trabajo, como si estuviese sucediendo en el ambiente donde estaba reunido el grupo. Con estas visiones queda clara la importancia de prepararnos para el sueño, poniéndonos a disposición de los seres de luz que necesitan de nuestras energías para los rescates más complejos, con sentimientos y pensamientos de amor, respeto y compasión hacia toda la humanidad encarnada y desencarnada de la Tierra.