Vislumbrar a Cristo
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 23/12/2012 10:05:49
por Mirtes Carneiro - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Cómo reconocer a Cristo en el otro?
Recuerdo un profesor de teología, Fray Gorgulho, que decía que el Resucitado estaba presente en el pobre, en el mendigo, en aquel que sufre, y que para estar en contacto con Él debemos inclinarnos hasta el punto de tener la cabeza baja, mirando al suelo, hacia la tierra.
Una cuestión me viene a la mente: ¿cómo identificar a Cristo en el otro?
¿Basta mirar a un mendigo y vislumbrar a Cristo?
Pienso que la cuestión es algo más profunda.
El otro puede ser considerado como un espejo para mí, que va a reflejar mis propias convicciones, mis verdades, mis mentiras, mis dudas, mis alegrías, mis sufrimientos.
Reconozco en el otro aquello que reconozco en mí, desprecio en el otro aquello que desprecio en mí, amo en el otro aquello que amo en mí.
¿Cómo reconocer a un mendigo en mí? ¿Hay un mendigo en mí?
Si no reconozco a un mendigo en mí, ¿puedo tener empatía, compasión, por un mendigo? NO.
Dick Sutphen dice: “La compasión es un sentimiento de profunda simpatía o tristeza por el sufrimiento ajeno, acompañado del deseo de aliviar el dolor o remover su causa.”
¿Cómo puedo vislumbrar el sufrimiento del otro si yo no conozco el sufrimiento, si no sé si existe? ¿Cómo puedo conocer el sufrimiento si no es por la experiencia propia?
Si miro un mendigo y lo veo, lo reconozco, puedo aliviar el dolor de ese mendigo en MÍ, y después en él. Si no reconozco a un mendigo en mí, puedo aún así ayudar a aquel otro mendigo, en una acción que puede tener otro significado, pero aún así es una ayuda al mendigo. Pero la verdadera ayuda al mendigo, pienso yo, es la que se da de alma para alma, de mi mendigo interior para el mendigo que está en el otro real.
Sí, hay un mendigo simbólico dentro de cada uno de nosotros, esto es un hecho. De ahí a reconocerlo, ese es otro cantar.
¿Alguna vez te has sentido desvalido, necesitado, desprotegido, desamparado, miserable?
Si la respuesta es sí, ahí está tu mendigo interior, ahí está el eslabón que te une al mendigo real, tirado en una esquina de la calle.
¿Sueles mirar para este desamparado y necesitado en ti?
Si no lo haces, muy probablemente no vas a querer ver el mendigo en la calle, ¿sabes por qué? Porque él te remitirá a tu propio desamparo, a tu propia condición de miserable.
Quizá sea bastante más fácil reconocer en mí el triunfo, la alegría, el placer… quizá sea bastante más fácil estar junto a personas alegres, sin dolor…
Sí, el sufrimiento asusta, y al mismo tiempo se nos muestra casi siempre. No obstante, si queremos verlo y entrar en contacto con él, no lo sé. Mejor dicho, sí lo sé, la respuesta es NO, no queremos sufrir, no queremos ser tristes, no queremos ver la tristeza en el otro, con la ilusión de que no la veremos en nosotros.
La compasión concierne a una partija que trasciende el ego, siendo así la compasión es igual a: yo y tú somos uno. Yo aquí, dentro de mi coche de lujo, camino de una velada, con la ilusión del placer, y allí aquel mendigo tirado en el camino, consciente de su desventura. Aquí lo que nos separa es únicamente la ilusión de y la conciencia de. Dentro de mi coche yo vivo mis engaños, mientras que el mendigo comprende su condición.
Concluyendo, consigo ver en el otro aquello que brota en mí, el Cristo que vislumbro en el otro es el mismo Cristo que vive dentro de mí.
Si me es difícil contemplar a Cristo en el otro, eso es que no le estoy dando a Él demasiado espacio dentro de mí.
Mira para el suelo, allí es donde está tu mendigo.
Bájate un poco, inclínate un poco y estarás más cerca de él, si tu deseo, claro está, es conocer a tu mendigo interior. En caso contrario, infla el pecho de aire y mira hacia arriba y hacia lo alto, sigue con la ilusión de que nunca vas a tropezarte con él.
