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Zona Defensiva de Neutralidad

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 13/01/2022 14:18:09


por João Carvalho Neto

Traducción de Teresa - [email protected] ​​

Recientes estudios han revelado que todo ser humano tiene un 90% de posibilidades de pasar por acontecimientos traumáticos a lo largo de su vida. Si añadimos a esta posibilidad el hecho de que todos venimos de múltiples existencias, a través del proceso reencarnatorio, es difícil que exista alguien que nunca, en su historia palingenésica, haya vivenciado situaciones de este tipo.

Claro que pasar por un acontecimiento traumático no significa construir un trauma psicológico, ello porque la formación de un trauma depende tanto (o incluso más) de la magnitud del acontecimiento como de la capacidad de adaptarse a la situación postraumática, eso que hoy se ha dado en denominar resiliencia (término traído de la Física a la Psicología).

Frente a situaciones traumáticas el psiquismo humano desarrolla estrategias de elaboración y superación, o bien, cuando no es capaz de resolverlas, estrategias defensivas que no eliminan la cuestión, pero alivian los síntomas a través de la represión de las causas, dejando la secuela de comportamientos repetitivos ligados a su opción defensiva. O sea, cuando utilizas un mecanismo de defensa porque no has superado el trauma por la elaboración, este mecanismo necesita continuar vivo y reproduciéndose para mantener la homeostasis emocional, ya que la causa del trauma está reprimida, pero no resuelta. La persona se convierte entonces en prisionera de un comportamiento que, si bien por una parte la alivia, por otra la esclaviza a conductas a menudo indeseables, con dispendio de energía psíquica improductiva.

Una estrategia que observo con mucha frecuencia en el consultorio, ligada a traumas oriundos de relaciones afectivas, es lo que he venido llamando fijación en la zona defensiva de neutralidad.

Hay personas que cuando pasan por alguna pérdida afectiva, por muerte o separación indeseada, ante un sufrimiento que se presenta insoportable optan por no volver a ligarse afectivamente a nadie, e incluso cuando lo hacen mantienen un estado de neutralidad afectiva, sin permitirse la vivencia de lo que una relación puede ofrecer en el campo de la afectividad, por miedo a sufrir nuevamente el mismo dolor anterior.
Las personas de ese tipo viven parcialmente la vida. Sí, por una parte se protegen del sufrimiento, por otra no disfrutan de sus plenas posibilidades de ser felices. Son tibias en el amar, en el sentir, en el gozar, en el vivir. No quieren sentir dolor, pero tampoco sienten mucho placer.

Pese a que ese tipo de estrategia defensiva se produce mayoritariamente en las cuestiones afectivas, dentro de la perspectiva que percibo también sucede con cierta frecuencia en personas que han sido censuradas con violencia en sus formas de expresión contra alguien o contra el sistema, principalmente en vidas pasadas, cuando eso era mucho más corriente. (¡Y no es que no siga sucediendo!)

Frente a traumas causados por penalizaciones violentas, algunas personas asumen esta postura defensiva de neutralidad y pasan a ser omisas en cuanto a posibles situaciones que contemplan como riesgo notable de punición, aunque esto no sea una posibilidad real. Transfieren a la vida real el miedo al sufrimiento que pasaron y no se arriesgan a expresarse con asertividad porque, según la construcción neurótica que hicieron, estarían a merced de nuevos castigos. Son aquellos sin postura ante la vida.

En el Libro del Apocalipsis, Juan Evangelista afirma: ​​"Yo sé de tus obras, que no eres frío ni caliente; ¡ojalá fueses frío o caliente! Así, porque eres tibio, y no eres frío ni caliente, te vomitaré de mi boca". (Cap. 3, 15-16)​

Este pasaje sugiere que las leyes de la vida parecen no tolerar a los omisos, o a los que no participan plenamente de la vida. Y no podría ser de otro modo, ya que la vida se nos ha dado para recibir y dar, para fluir, y no para estancar.

No entiendan los amigos lectores que estoy proponiendo conductas radicalizadas y extremistas. La parsimonia trae pacificación interior cuando es vivida por opción y no defensivamente. Me refiero aquí al miedo a amar y a expresarse que no significan una parsimonia saludable, sino una autocensura restrictiva y neurótica.

Las personas que viven en la zona defensiva de la neutralidad se sienten en una situación de confort, pero estacionaria, y el universo no tolera el estancamiento y el vacío. Cuando esto sucede, las fuerzas de las leyes cósmicas actúan en el sentido de movilizar al estacionario, casi siempre de una forma que a éste no le gusta, incluso porque prefería su zona de confort.
Con esto la zona defensiva de la neutralidad hasta puede traer cierta sensación de alivio, aunque será pasajera, pues tarde o temprano el universo va a conspirar para movilizar lo que estaba paralizado. Es sólo cuestión de tiempo.

​João Carvalho Neto
Psicoanalista, autor de los libros
"Psicanálise da alma" y "Casos de um divã transpessoal"
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