La responsabilidad de cada uno en la Jornada Terrestre

Publicado por WebMaster em STUM WORLD

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por Mônica T. Lampe - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Cuando salimos de la condición de escisión, sabemos y sentimos que no existe el yo y el otro y que el otro es el propio yo y somos todos uno. Todo lo demás es ilusión, creación de la mente, y la mente… miente.

En esta Jornada de aprendizajes terrestres, es natural que deseemos compartir lo que hemos aprendido o tuvimos acceso, pero hemos de tener cuidado para que el compartir no se convierta en inducción. Inducir el pensamiento es una pretensión y una manipulación, y para mí es muy peligroso querer inducir o formar opiniones, es una interferencia en el libre albedrío, el don máximo que el Creador legó a su Amada Criatura. En cambio, compartir la experiencia personal, las propias dudas, angustias y anhelos, conquistas e inmersiones en la oscuridad… eso sí, puede despertar en el otro algo que deba ser despertado, si el otro está abierto a ello. Por lo que somos y por lo que hacemos invitamos al otro a ser, si así lo desea.
Como ejemplo, cierta vez, leyendo la narrativa de una iniciación de un hermano de Jornada, aunque su proceso iniciático hubiese ocurrido en otro tiempo y a pesar de la distancia, yo fui nuevamente iniciada, sus experiencias tocaron mis células, abrieron mi cardíaco y yo salí del espacio-tiempo, accedí a otro espacio dimensional y entré en contacto con memorias, emociones y sensaciones. Esto comprueba el principio de la no localidad y que cuando se está abierto, el Maestro, o las situaciones de despertar, aparecen.

En otra ocasión, en que una hermana de jornada relató su experiencia en el momento de la Eucaristía, yo sentí en aquel instante todas mis células vibrar, fui tomada por un sentimiento genuino de amor incondicional, alegría y nutrición. Me sentí colmada. Fui nuevamente iniciada, pues compartí la experiencia de esta querida hermana.

En esta Jornada iniciática, hemos de tener el gran coraje de abrirnos para recibir más de nosotros mismos, y más coraje todavía para acoger nuestras sombras cuando aparecen. No existe luz sin sombras, somos seres de luz pasando por una experiencia terrestre, pero somos asimismo un ego, una personalidad, somos también seres relativos que por instantes somos habitados por el Absoluto. Llevamos en nosotros todas las memorias genéticas, morfogenéticas y del inconsciente colectivo y de sus sistemas de creencias. Somos un holos, nuestras energías se dispersan en espiral hacia todas las direcciones y se expanden hacia arriba, hacia abajo, a derecha, a izquierda, hacia delante, hacia atrás, en diagonal… Entreveramos y somos entreverados en este océano de la existencia.

No nos será posible andar durante mucho más tiempo mirando solamente hacia delante. Ahora es el tiempo de despertar para esa dimensión holística, que nos abre la visión, nos ensancha la perspectiva sobre nosotros mismos, sobre quiénes somos, cómo funcionamos en el mundo, para que percibamos cuáles son las creencias que nos impiden manifestar cada vez más luz en el aquí y ahora.

Este es el momento de ensanchar la mirada y percibir que lo que hacemos aquí interfiere en la dinámica del Cosmos, que como humanos somos células vivas de un gran organismo vivo y palpitante llamado Planeta Tierra, y la Tierra, a su vez, es una célula palpitante de otro organismo vivo llamado Universo, que incluye otros planetas, estrellas, galaxias, nebulosas y agujeros negros, generadores o no de luz. Es ilusión de la mente creer que estamos separados de todo eso, que nuestros pensamientos, emociones y actos no tienen consecuencias aparte de las que percibimos de inmediato. Estamos todos conectados en el circuito universal de la existencia. Estamos compuestos por los mismos átomos y moléculas con intensidades diferentes de vibración, lo cual delinea las particularidades de la Jornada de cada uno, pero la Esencia es la misma.

Es el momento de percibir que las cuestiones mal resueltas de nuestro ego y las experiencias de la infancia provocan todas las molestias humanas y los desastres naturales.
Nuestras palabras, sentimientos y emociones crean realidades y ya no es posible responsabilizar a los demás por nuestras decisiones y actos.

Por eso, a cada paso es importante pedir ser guiados, rogar una señal del Invisible, del Eterno, del Inefable, de Aquel que Todo lo Habita. Pedir que tengamos inteligencia, lucidez, sabiduría y Amor, para ser cada día mejores para nosotros mismos y para el planeta como un todo.
Así, ciertamente estaremos contribuyendo a la armonía Cósmica y cumpliendo la misión que tenemos, de evolucionar como una Fraternidad Humana Planetaria.

Es el momento de mirarnos hacia dentro y reevaluar, reflexionar sobre qué remedio somos en el mundo, o qué remedio queremos ser. Si todavía hay limitaciones es importante buscar ayuda; en este momento muchos ya han despertado para este nuevo paradigma cuántico, no faltan profesionales competentes en terapia holística, Seres despiertos y disponibles para ayudar. Hay que tener la humildad de solicitar ayuda. Esa es nuestra responsabilidad en la Jornada Terrestre: cuidar de nosotros mismos, recordando que cuando nos cuidamos, cuidamos la Tierra… el Todo se beneficia pues Somos Todos Uno.

In Lak’ Ech!
¡Yo soy el otro tú!

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