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CONEXIÓN CON DIOS: ¡EL CONCEPTO!

Publicado por WebMaster em STUM WORLD

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por Bruno J. Gimenes - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Dios, esa fuerza que así denominamos para representar la Fuente Mayor o Mente Divina, no quiere necesariamente que seamos evangélicos, espíritas, budistas, católicos, umbandistas o de cualquier religión que sea. Dios nos quiere bien, Él quiere que seamos felices y que nuestra luz interior, nuestra esencia primordial permanezca encendida y fuerte. En mantener viva esa llama Divina mediante la influencia de una u otra religión, la opción es siempre nuestra. Tampoco existe impedimento para seguir un camino religioso, lo mismo que no hay fuerza que nos obligue a seguir una filosofía espiritual específica. Existe únicamente, dentro y fuera de nosotros, una efusión de fuerza creadora que desea nuestra ascensión a la luz, en el sentido del bien mayor y de nuestra felicidad integral.

Lo mismo que un padre amoroso quiere el bien de sus hijos queridos, Dios también quiere que seamos alegres, plenos, realizados.
Dios Padre/Madre, la Energía Mayor, es la Fuente de la Vida que desea únicamente alimentarnos, iluminarnos. Esa es una verdad suprema, una ley mayor de la existencia.

Toda dificultad, dolor, sufrimiento, enfermedad, escasez, duda, deuda, equivocación, irritación, melancolía, miedo, tristeza, solo viene cuando cerramos las puertas que nos ligan a Dios. Es decir: cuando interrumpimos la CONEXIÓN.
Conexión que nos alimenta de vida, amor, claridad mental, discernimiento, poder de creación, abundancia, prosperidad y éxito.
La causa de todos esos males tiene origen en el constante error, que de tan trivial se ha convertido en costumbre: olvidar que somos una sola fuerza en unión con Dios y proceder como si fuésemos conciencias aisladas, separadas del Todo.

Esa separación, de que nos "vestimos" ilusoriamente, es la causa de todos los daños en nuestra experiencia de vida.
Somos personas de poca fe - en el sentido del vínculo espiritual que esa expresión significa - o casi ninguna creencia en la fuerza que nos alimenta. Podemos llamarla Cristo, Dios, Existencia, Tao, Gran Misterio, Espíritu Santo. El nombre no importa, la CONEXIÓN es lo que realmente importa, porque nos remite a la fuerza, al poder a que estamos esencialmente ligados.

Actitudes sencillas, conductas igualmente sencillas, pueden ensanchar mucho nuestra capacidad de sentir esa luz, por consiguiente, podremos ser más plenos, en todos los sentidos.

La CONEXIÓN es el secreto de la plenitud. La CONEXIÓN es un vínculo intencional, mental, sentimental con la Fuente Mayor, que se produce naturalmente por la fuerza del deseo enfocado de estar sintonizado(a) con Dios.

Ponte ahora un reto a ti mismo(a), un experimento inocente.

-Piensa en Dios en este momento, sin darle un nombre.
-Encamina tu pensamiento, tu sentimiento, tu intención a la Fuente Mayor y di para ti mismo(a): Yo quiero sentir esa conexión ahora. Me gusta saber que estoy ligado(a) a esa fuerza.
-No pienses específicamente en ningún ser, santo, maestro.
-Eleva tu deseo, expresado desde el fondo de tu alma, al universo, imaginando que éste es una factoría de fuerza, que está en correspondencia contigo en ese momento, abasteciéndote de vida y salud en todos los aspectos de tu existencia.
-Si aprendes a hacer de esta sintonía tu rutina, de forma continuada, permanente, entonces serás siempre una persona feliz, próspera y libre.
Esto es la CONEXIÓN, tu fuente de cura, amor y felicidad. Porque todo es una única fuerza y, cuando nos separamos de ella, nos volvemos débiles. Una vez unidos, cohesionados con esa Fuente Mayor, somos indestructibles.
Prueba esa CONEXIÓN, vas a iluminarte.

RECORDANDO LA CONEXIÓN

Quizá no estuviese en los planes del Gran Espíritu Creador la idea de la composición de un material escrito que hablase sobre la Conexión y su importancia, porque cualquier ser mínimamente consciente debería saber que sin esa sintonía con la Fuerza Mayor, la vida no fluiría dentro de nosotros, por tanto, casi resulta una incoherencia hablar de algo vital, esencial, semejante al aire que respiramos, incluso porque, si no hubiese ese vínculo entre cualquier ser y el Creador, obviamente el primero jamás existiría. Sin estar ligados a esa fuerza de vida que nos alimenta, y que abastece a todo y a todos, nada sería posible. ¡Entonces, parece incluso inconcebible imaginar que un día fallaríamos en esa tarea! Desgraciadamente, fallamos todos los días, por eso nunca está de más profundizar en un tema tan importante.

No es difícil percibir que tenemos una programación interior que nos lleva siempre, aun sin ser conscientes de ello, a buscar constantemente la CONEXIÓN con la Fuente Mayor.

Cuando nos damos con la espinilla en la esquina de la cama, instintivamente llevamos la mano al punto dolorido, al objeto de procurarnos alivio.

Cuando sufrimos o nos sentimos mal, lloramos, nos recogemos en reflexiones, para centrarnos y equilibrarnos.

Cuando surge la enfermedad, nuestros cuerpos piden descanso, tratamiento, buscan reponerse.

Cuando llega la noche, sentimos la necesidad del sueño y el reposo reparador de la fuerza de la vida.

Cuando tenemos hambre, el alimento nos renueva, nos sacia.

Cuando estamos necesitados de afecto, deseamos comprensión, un amigo, un hombro para llorar.

Todas esas costumbres conllevan mensajes inculcados que demuestran claramente el mecanismo natural instintivo, de que siempre buscamos la Fuente. Y si buscamos ese manantial se debe a que no estamos ligados a Él, o al menos, tenemos dificultades en mantenernos en esa conexión. Por tanto, toda crisis, dolor, sufrimiento, revela una fractura en esa sintonía, que es la causa raíz de toda miseria humana.

No hay misterios, complejidades o desafíos insalvables en esa tarea, porque todo ser tiene interiormente esa programación; no obstante, estamos desentrenados, desacostumbrados a vivir la vida en conexión con la Fuente.

Nuestro reto es recordar lo que está impregnado en nuestras células físicas y espirituales: en la conexión constante y consciente está la receta para una vida feliz y plena de todas las cualidades y virtudes que necesitamos.

El desafío lanzado a todos nosotros es el de reaprender a vivir, comenzar nuevamente, aunque sea tímida y lentamente, empezar a considerar que nuestro vínculo con la Fuente es incuestionable, es una tarea que ha de tener siempre prioridad frente a cualquier otra.

Una vez aceptemos esa verdad natural y pasemos a actuar en armonía con ella, una fuerza luminosa muy intensa pasará a indicarnos el camino de una vida simplemente maravillosa: ¡una vida en CONEXIÓN!

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