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El dolor que enseña: cuando el sufrimiento es necesario para nuestro crecimiento

Publicado por WebMaster em STUM WORLD

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por Bruno J. Gimenes - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Vivimos en un universo que tiene sus leyes naturales propias. El mundo evoluciona y todo sucede, nace, muere y vuelve a nacer y morir, en los cuatro rincones del mundo. Todo lo que ocurre en nuestro planeta se procesa bajo las influencias de esas leyes, inevitablemente.

Las mismas fuerzas que actúan sobre una simple semilla que germina y crece, ejerciendo influencias transformadoras, también actúan sobre nosotros, los seres humanos. Y tantas son esas fuerzas naturales...

Si bien hay miles de teorías sobre el sentido de la vida y la misión de cada cual, lentamente, a medida en que el hombre despierta su conciencia, algunas leyes universales van revelándose cada vez más claras para la humanidad. La más nítida de ellas: la ley de la evolución constante.

No hace falta creer en Dios, no hay que ser espiritualizado, ni es preciso hacer mucho esfuerzo para percibir que el mundo no se para, evoluciona todo el tiempo, en una espiral ascendente sin fin. Esas leyes naturales que rigen el universo no pueden ser cesadas por el hombre, tampoco dependen de creencias, ellas simplemente suceden. Esto porque su existencia se remonta al período de formación de la Tierra, en la gran explosión, el OM primordial, o Big Bang. Resumo, siempre han existido.

La naturaleza intrínseca de un pájaro es volar, la de un gato es maullar. En la Tierra, la naturaleza intrínseca es la acción de esas leyes, porque dan vida y sentido.

Todo indica que nuestro mundo tiene un movimiento interno constante promovido por esas fuerzas, para poder proporcionar a los seres humanos la comprensión de esas leyes. El individuo conectado, atento, sintonizado con su esencia, percibe esa acción natural y camina “a favor de la corriente” en ese movimiento evolutivo sempiterno.

El individuo disperso, desconectado de Dios, distraído, materialista, se vuelve ciego para la comprensión de la real finalidad de su existencia, o también, de la realización de la misión de su alma.

Y ¿qué ocurre cuando nosotros, los seres humanos, ignoramos la naturaleza evolutiva del Planeta?

¿Cómo reacciona el universo frente a nosotros, principalmente cuando nos distanciamos de la realización de la misión de nuestras almas?

Si la ley en cuestión es la de la evolución constante, eso es lo que el universo va a promover en la vida de cualquier persona distante de esa realidad. El universo ejercerá todo tipo de fuerza o acción para propiciar que la persona camine en el mismo sentido de sus leyes.

Y ¿qué significa eso en la práctica?

Que esas leyes van a actuar sobre cualquiera, independientemente de su color, raza, credo, edad, sexo, condición social o nivel de instrucción, y ejercerán su fuerza.

Hay una pedagogía divina o natural, un sistema de enseñanza automática que garantiza que todo y todos evolucionen. Las principales herramientas de esa pedagogía son: dolores, enfermedades, crisis, sufrimientos, perturbaciones y decepciones.

Parece incluso insensato a primera vista aceptar que haya una pedagogía universal, un sistema sutil de enseñanza, del que se sirve la Existencia o Dios, para promover nuestro aprendizaje y evolución; con todo, es la más pura realidad, basta observar.

Analiza tu vida o la de cualquier otra persona. Busca en tu memoria una situación o acontecimiento que te haya causado dolor, sufrimiento, tristeza, incluso caos.

Observa, analiza, reflexiona profundamente sobre aquella crisis amorosa, o económica, un despido, accidente, atraco, enfermedad, dolor o conflicto que te haya llevado a un fuerte sufrimiento.

Procura percibir que esto ha ocurrido hace algún tiempo: cuánto aprendizaje has obtenido gracias a esa experiencia. Observa, ahora que ya ha pasado todo, que ya comprendes con otros ojos, y, aunque hayas sufrido mucho con esos acontecimientos traumáticos, aún así reconoces innumerables aprendizajes. Con esa reflexión, puedes concluir que el sufrimiento te ha enseñado mucho. ¿Estás de acuerdo?

A veces, hasta nos demoramos en asumirlo o en concienciarnos, pero a no mucho tardar damos el “brazo a torcer”, asintiendo en que si no fuese aquella crisis o enfermedad, jamás hubiéramos llevado a cabo cambios tan necesarios. Piensa con cariño, deja a un lado todo el orgullo de tu ser, acepta esa difícil, y sin embargo verdadera, constatación:

“Todavía necesitamos del dolor para aprender”.

Es incluso triste admitir esa realidad, pero la verdad es que estamos aún sujetos a la necesidad de aprender por el dolor.

¡Lo más curioso de esto es que la Ley de la evolución constante no quiere que sufras! Ella solo te pide que evoluciones. Corresponde a cada uno decidir si será por medio del dolor o de la conciencia (amor). ¡Es siempre opción de cada cual! Una cosa es cierta, y es que la evolución tiene que procesarse y el universo siempre “exigirá lo debido”, a su manera, lo cual muchas veces no es nada agradable. La buena pista es tomar la delantera y no esperar a que nos sea “exigido”, facilita las cosas, duele menos y sale más barato...

¿Podemos aprender sin el dolor?

¡Sí! Podemos.Para ello hemos de ser conscientes de la acción de esas leyes naturales, conociendo sus mecanismos y ajustándonos a ellos, siendo así “buenos alumnos” en este Planeta-Escuela llamado Tierra.

Todo dolor, enfermedad, tristeza, crisis o conflicto, revela la no comprensión de esas leyes naturales por parte del afectado. Cuando en nuestra vida ocurre algo inesperado, esto nos avisa de que estamos fuera de la alineación con el universo, que nuestra vibración es diferente de la vibración primordial. Es una señal que indica que nuestra voluntad (ego o Yo inferior) no está en línea con la voluntad de Dios o Yo superior.

Siempre que olvidamos nuestra misión y nos distraemos con las armadillas de nuestra existencia en la materia, la pedagogía divina actuará sobre nosotros como consecuencia de ese despiste, “reclamándonos” un ajuste conforme al flujo de esas verdades inmortales.

Dolor, enfermedad, crisis o sufrimiento, son “flechas de los ángeles” porque esclarecen nuestros errores, porque nos avisan de la necesidad de reflexión, de modificación de conducta y pensamiento. Nuestro mayor “pecado” es pasar por alto estas advertencias sublimes.

El conocimiento de esas leyes se llama: Conciencia Espiritual. Por tanto, evolución espiritual es el movimiento que hacemos en el sentido de la búsqueda del conocimiento de esas leyes naturales que rigen el universo.

Podemos tomar como ejemplo una de las enseñanzas del Maestro Jesús que decía:

“Conoceréis la verdad y ella os hará libres”.

O entonces, la genial Helena P. Blavatsky:

“Ninguna religión es superior a la verdad”.

La conciencia de necesidad de la búsqueda de evolución espiritual (conocimiento de las leyes naturales) es el mejor camino para eliminar la traumática pedagogía del dolor como instrumento de evolución. Reflexiona sobre ello.

Bruno es co-fundador de Luz da Serra – Universo Holístico, Evolución y Conciencia.

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