Estamos en un tiempo en que muchas cosas que nos daban seguridad y en las cuales confiábamos plenamente ya no sirven…
Para quien siempre aprendió a situar el poder fuera, esto se hace muy complicado y crea una enorme inseguridad. Hemos aprendido a querer certezas y casi no sabemos lidiar con lo incierto.
Acumulamos y nos rodeamos de cosas que nos proporcionan cierta aparente estabilidad y “seguridad”… fuera y dentro de nosotros.
Fuera acumulando cosas… dentro acumulando memorias y creencias que suponemos nos protegen y nos garantizan cierta estabilidad.
En un mundo donde lo único seguro es el cambio… la no permanencia… buscar estabilidad parece bastante incoherente. Pero hemos aprendido así y pasamos la vida construyendo castillos de arena, pensando que se trata de sólidas construcciones…
Al percibir que ya no podemos confiar en tantas cosas fuera de nosotros que antes nos ofrecían “seguridad”, sentimos, a veces, un frío en la barriga… unos deseos de correr; pero… correr ¿para dónde?
Estamos en un tiempo en el cual las estructuras creadas sobre cosas ilusorias se están quebrando… todo lo creado con base en creencias y conceptos equivocados está siendo revuelto hasta las raíces.
Saber fluir con la incerteza es una clave preciosa, ya que nuestras certezas se basaban en los conceptos del ego… que ahora, muchas veces, no ve salida ante las situaciones que se nos presentan. Parece que el Planeta – y cada uno de nosotros – está siendo pasado a limpio y que nada más puede permanecer guardado bajo la alfombra…
Es justamente cuando nos creemos sin salida… cuando ya hemos agotado los recursos del ego… y nos rendimos…
Entregamos el control a una Fuerza mayor, porque reconocemos que ya no podemos hacer nada más… y entonces pueden ocurrir los milagros… Nosotros no podemos encontrar la salida… pero la Divinidad que está en cada uno… y en Todos al mismo tiempo… puede siempre llevarnos más allá…
Estamos en medio de profundas transformaciones y ante nosotros tenemos la posibilidad de convertirnos en quienes verdaderamente somos… sin los añadidos y las limitaciones del ego…
Podemos acceder a la sencillez del Alma y con ella fluir libremente, haciendo nuestra parte en el Plano Mayor…
Es preciso dejar ir todo cuanto aún nos prende y limita, y aprender a fluir en la incerteza… aprender que no es necesario rodearnos de tantas cosas, confiando en que el Gran Misterio nos da lo que necesitamos cada día… Sé que ese no es un aprendizaje fácil, según la forma en que hemos aprendido a lidiar con la vida… pero es lo mejor que podemos hacer en estos tiempos de tantos cambios.
Si estamos atiborrados hasta el techo de cosas y de memorias, no dejamos siquiera espacio para que lo nuevo… lo que está más allá de todo lo conocido… pueda manifestarse.
Incluso las cosas muy buenas pueden prender… y a veces representan una prisión de la cual es mucho más difícil.
Si nos apegamos incluso a lo que es bueno y queremos mantener aquello en nuestra realidad, es porque aún no confiamos en que el Universo pueda traernos algo todavía mejor…
Soltar… dejar ir… aprender a fluir con la incerteza… sabiendo que ésta puede ser una fuente inagotable de sorpresas… arriesgar con lo nuevo… y abrirnos a la Vida que está siempre renovándose en cada nuevo día… nos da fuerzas para acompañar ese tiempo… que puede no ser el más fácil… pero es el que tenemos y puede esconder en las aparentes dificultades la semilla de la tan buscada felicidad.