Aquellos que son médium de la Luz son trabajadores del Cielo, que creó la Tierra; son como alta-voces del Eterno, por donde las voces de los espíritus alertan a los hombres.
Muchas veces, lo Alto envía sus emisarios, que traen buenas nuevas del Cielo entre los hombres. En determinadas épocas, ellos se manifiestan en el plano físico; en otras, operan invisiblemente, sin que la humanidad note su presencia.
Y, hoy, yo quiero contar una historia sobre Jesús. Y era mi abuelo, el Anciano, que me contaba esa historia. Y él me contó esto muchas veces; y yo, que era niño, no entendía directamente, pero guardé las palabras de él en mi corazón.
Y mi abuelo era un sabio, tranquilo y humilde. Hombre de pocas posesiones, nunca tuvo status y trabajo la vida entera. Nunca lo oí reclamarle a ninguna otra persona. Nunca lo vi irritado. Para todos, siempre tenía una palabra de confort y de apoyo; y siempre rezaba tranquilamente en su rincón. El ligaba su corazón al Corazón de Jesús...
El curó muchas personas y también liberó muchos espíritus presos, en muchas ocasiones. Y me contó las historias de Jesús, y me dijo que quien se las contaba, a su vez, eran los ángeles, que descendían en una columna de luz en su morada.
Y esos ángeles proyectaban imágenes de la época de Jesús en la Tierra, y le decían que esas imágenes estaban grabadas en el aura del planeta, disponibles para todos los que tuviesen el corazón abierto.
Y en esas imágenes, mi abuelo veía a Jesús conversando con sus discípulos y con las personas simples. El vio el descenso Jesús a la Tierra, que fue como un rayo cortando los diversos planos y descendiendo en el orbe.
Desde el momento de su descenso, había una Columna de Luz sobre El, que entraba sobre su cabeza y la tenía hasta sus pies. Una protección divina constante. Incluso encarnado en un cuerpo de la Tierra, El estaba ligado al Cielo, y su encarnación no era un descenso común. Así como otros instructores espirituales a lo largo de la historia, El también descendió en una misión especial.
Y El fue creciendo en Gloria y Luz y, desde pequeño, manifestaba diversos poderes incomprensibles hasta para sus padres. Y El descubrió que tendría que mantener esos poderes bajo control, para no asustar a las personas.
Y El fue creciendo... Y la Columna de Luz sobre El, todo el tiempo lo acompañaba.
Y, si, El levito sobre las aguas. No es un mito. Porque El podía fluctuar, y sabía como hacer para vencer las leyes de la gravitación. Pero El no acostumbraba hacer eso, porque jamás se ponía por encima de sus semejantes. Por eso, el mantenía sus capacidades bajo un cierto control, pues El no quería manifestaciones externas de ese poder. El quería la transformación de las conciencias y la transmutación de los corazones.
Y mi abuelo me contó que también lo vio conversando con las personas simples y con los discípulos, y que ellos no entendían la mitad de lo que El hablaba, porque ellos cometían el error de intentar escucharlo con la mente. Pero El usaba el lenguaje del Espíritu, que sólo es comprendido por los corazones.
Y los pocos que comprendieron su mensaje, dentro del corazón, tuvieron el Amor como la aurora que surgió en medio de las sombras de sus limitaciones. Sus palabras calaron hondo, porque hablaban directamente al Espíritu.
Y El caminó por la Tierra hasta el momento final de su trabajo... Y El sabía que los débiles del camino no eran aquellos que caían sobre el poder de la espada o del gobierno del mundo. Los pobres eran aquellos que, supuestamente, tenían el poder del mundo - los arrogantes, los que se creían muy fuertes.
El sabía que siempre habrá un mañana y que, aquel que planta, con certeza cosechará...
Al ver alguien caído bajo el peso de la violencia, El no se conmovía; pero El tenía gran compasión por quien practicaba la violencia, porque ahí El veía el verdadero enfermo.
El veía dentro de los corazones aquello que nadie veía. Y El se admiraba mucho de la aurora y del crepúsculo, momentos mágicos.
Y, entonces, El se fue... Para el Cielo de donde vino, dejando su mensaje y, al mismo tiempo, arrebatando muchos espíritus en su ascensión.
Y mi abuelo me contó todo eso, que el veía, espiritualmente, mostrado por los ángeles. Y el siempre reafirmaba que, a pesar de todo su poder, Jesús jamás se ubicaría por encima de sus semejantes, porque El los consideraba como hermanos, como iguales delante de Dios.
Y mi abuelo, en el debido tiempo, también se fue... Y yo crecí, formé mi familia y también me volví abuelo, en el tiempo cierto de las cosas.
Pues, así como las estaciones pasan, y la fruta verde finalmente madura, las hojas verdes también caen, en su tiempo. Y también es así en la vida del hombre de la Tierra... Y yo también tuve mi tiempo, donde las hojas verdes de mi vida física se fueron secando con la edad.
Y yo intenté contarles a mis nietos la misma historia que mi abuelo me contaba, pero el tiempo era otro y ellos no oían. Y, en el momento correcto, yo también me fui... Y me encontré con mi abuelo, rejuvenecido – y yo, también, rejuvenecido.
Y nos contamos muchas historias, uno al otro, y mi abuelo me dijo que estaba en la hora de ir para otro lugar y que me dejaría en el puesto de él. Entonces, los ángeles que se comunicaban con él, pasaron a comunicarse conmigo, y yo comencé a ver las mismas imágenes de Jesús. Y ellos me orientaron a descender entre los hombres de buena voluntad, para recontar la misma historia. Y por la gracia de Dios, esto ahora es posible.
Porque Dios coloca mensajeros y médiums en la Tierra, que son alta-voces del Eterno, para que las voces de los antiguos no se pierdan en su sabiduría. Para que ellas puedan ser movilizadas en el mundo moderno, tan carente de historias que hablen al corazón.
Y, hoy, nosotros podemos estar juntos en una comunión de corazones que intercambian luces y sentimientos, que viajan para otros corazones, de todos los planos...
Y, si Uds. me permiten decir, aunque los años pasen, todos Uds. son niños delante de la sabiduría del Eterno. Y el niño hace muchas rabietas - tiene mucha terquedad -, pero, siempre habrá un mañana... Y ninguna rabieta, ninguna terquedad, ninguna especie de arrogancia dominará el mañana de Uds.
En otra ocasión especial, yo vendré aquí nuevamente. Si les fuera posible guardarme un lugar para mi, yo me sentaré a su lado. Si Uds. reservaren un banquito de madera, para que yo me siente como hacia, otrora, yo les contaré otras historias, porque mi abuelo también hablaba de Buda. Decía que El era capaz de calmar las tempestades y los vendavales, y pocos saben de eso. Y hablaba también de Sócrates, Pitágoras, Krishna y otros instructores.
Hay muchas historias, e incluso aquellas que mi abuelo no me contó, hoy los ángeles me cuentan y me muestran, en las telas del pasado, esos acontecimientos maravillosos, que sirven de referencia para nuevas inspiraciones en los días de hoy. En una próxima ocasión, si Dios así lo permite y Uds. me guardaran mi lugar, yo retornaré. Ah, hoy yo también soy conocido como mi abuelo era conocido: yo soy apenas un Anciano.
- El Anciano -
(Recibido espiritualmente por Wagner Borges – Jundiaí, 22 de junio de 2010.)
- Nota de Wagner Borges: Estos escritos son la trascripción de un lance psicofónico ocurrido durante una reunión con el grupo de estudios del Espacio Orígenes, en Jundiaí. En cuanto yo conducía una práctica espiritual con la clase, el Anciano acopló mediunicamente conmigo y proyectó esas palabras aquí transcritas. Por suerte, alguien estaba con un pequeño grabador y registró el lance. Y, ahora, el mensaje de él está disponible abiertamente para todos.
Espero que él aparezca nuevamente, pues dejó a todos los presentes con una energía maravillosa. Y la sabiduría de él, entonces, ni hablar... Y sólo tengo que agradecer el honor a un sabio así de permitirme ser su canal entre planos y transmitir sus toques a las conciencias tan lindos.