Ser feliz, en muchos momentos nos parece un desafío gigantesco, algo casi inalcanzable. ¿Por qué sucede esto? Una de las principales razones es que nos permitimos muy fácilmente salir de nuestro eje de equilibrio.
Muchas veces, pequeños problemas del cotidiano son suficientes para que nuestra serenidad sea quebrantada. Mantener un estado permanente de paz, entusiasmo y confianza ante la vida es algo perfectamente posible, desde que estemos firmemente empeñados en alcanzarlo.
La mayoría de los seres humanos espera que la felicidad sea traída por factores externos, alguien que les dé amor, la conquista del suceso y de los bienes materiales.
Ocurre que todos estos ítems son susceptibles a cambios y transformaciones, que son independientes, en muchas circunstancias, de nuestra voluntad. Por más que nos esforcemos para garantizar el amor de alguien, si esa persona mantiene expectativas a nuestro respecto que no podemos cumplir, de nada servirá nuestro empeño.
Del mismo modo, el éxito, cuando conquistado a cualquier precio, puede revelar una trampa que nos trae mucha más angustia e insatisfacción que placer y realización.
La vocación para la felicidad consiste en la disposición en mantener viva la llama de la alegría y del placer en disfrutar la existencia, aún en los momentos desafiadores, cuando la realidad se muestra dura y exige de nosotros una gran fuerza interior.
Una vez tomada esta decisión, nada conseguirá sacarnos el sentimiento de gratitud y la seguridad de que las dificultades son pasos imprescindibles en el camino de nuestra evolución.
.Hay mucha cosas para entender, sin entenderlas es muy difícil librarse de la manía de ser infeliz. La primera cosa es: nadie está deteniéndote, has sido tú que decidió quedarse en la prisión y la infelicidad.
Nadie retiene a nadie. El hombre que está listo para salir de ésta, puede salir cuando quiera. Nadie más es responsable. Si una persona es infeliz, es ella misma la responsable. Pero la persona infeliz nunca acepta la responsabilidad, es por eso que continúa infeliz; dice: están haciéndome infeliz.
Si otra persona está haciendo que seas infeliz, naturalmente no hay nada que puedas hacer. Si tú mismo estás causando tu infelicidad, alguna cosa puede hacerse. alguna cosa puede hacerse inmediatamente. Entonces, ser o no ser infeliz está en tus manos.
.Un hombre se vuelve realmente un hombre cuando acepta la responsabilidad total, es responsable por lo que sea. Esa es la primera forma de coraje, la mayor de ellas. Es muy difícil aceptarla porque la mente va a continuar diciendo: si tú eres responsable, ¿por qué creaste esto?
Para evitar eso, decimos que los otros son responsables: ¿qué puedo hacer? No hay manera. ¡soy una víctima!
Soy tirado de acá para allá por fuerzas mayores que yo, y no puedo hacer nada. Puedo como máximo llorar porque soy infeliz y volverme aún más infeliz llorando. Y todo crece; si cultivas una cosa ésta crece. Entonces, vas cada vez más profundo. buceas cada vez más profundo.
Nadie, ninguna otra fuerza, está haciéndote nada. Eres tú y solo tú. Eso resume toda la filosofía del karma, que es tu hacer, karma significa "hacer". Tú hiciste y puedes deshacer. Y no es necesario esperar, postergar. No es necesario tiempo, tú puedes simplemente salir de eso.
Pero nosotros nos habituamos. Si paramos de ser infelices, nos sentiremos muy solos, perderemos nuestra mayor compañía. La infelicidad se volvió nuestra sombra, nos sigue a todas partes. Cuando no hay nadie cerca por lo menos la infelicidad está allí presente, te casas con ella. Y se trata de un casamiento muy, muy largo, estás casado con tu infelicidad hace muchas vidas.
Ahora llegó la hora de divorciarte de ella. Esto es lo que yo llamo de el gran coraje, divorciarse de la infelicidad, perder el habito más antiguo de la mente humana, la compañía más fiel.