Una de las cuestiones más desafiantes en las relaciones humanas, sean del tipo que sean, es mantener la propia individualidad. Desde temprano, aprendemos que la aprobación ajena está siempre relacionada a nuestro comportamiento, o sea, cuando actuamos de acuerdo con las reglas establecidas por el mundo exterior.
De a poco, esa regla se vuelve tan automatizada, que vamos perdiendo la referencia de quien realmente somos, cuales son nuestros reales deseos y de que necesitamos para ser verdaderamente felices.
En la mayor parte del tiempo, basamos nuestras elecciones no en lo que deseamos de hecho, sino en lo que los otros esperan de nosotros. Y ahí es que comienzan nuestros problemas.
Ocurre que, satisfacer las expectativas ajenas todo el tiempo, es una tarea imposible, pues los demás seres humanos también se apoyan en sus carencias y dificultades para relacionarse con nosotros. Y, así, proseguimos en un juego de hacer de cuenta, donde cada uno espera que el otro llene todas sus necesidades.
Los conflictos en las relaciones tienen, en su gran mayoría, su raíz en las expectativas irreales que todos cultivan al respecto del otro. Vivir nuestra individualidad en toda su plenitud exige un gran coraje, que es el de asumir la propia verdad, aunque esta contraríe los deseos ajenos.
Aprender a lidiar con la frustración, cuando nuestra expectativa no es cubierta por la otra persona, también es algo bastante difícil. La salida es mantener los pies en la realidad, o sea, aceptar que no siempre tendremos nuestras expectativas realizadas, así como no precisamos responder, todo el tiempo, a lo que esperan de nosotros.
La verdadera sabiduría consiste en abandonar las expectativas y aceptar con serenidad lo que sea que la vida nos presente. Así, estaremos vivenciando la autentica libertad, sin angustias o sufrimientos innecesarios.
Lo que sea que hagas, estarás equivocado, porque estarás yendo contra los deseos de alguien, las ideas de alguien. Es muy difícil agradar a todos, y si continuas intentando agradar a todos, simplemente vas a estar desperdiciando tu vida.
…"Para de satisfacer las expectativas de los otros, porque esa es la única manera de cometer suicidio. No estás aquí para satisfacer las expectativas de nadie y nadie esta aquí para satisfacer tus expectativas. Nunca te vuelvas una victima de las expectativas de los otros y no hagas a nadie víctima de tus expectativas.
Eso es lo que llamo de individualidad. Respeta tu propia individualidad y respeta la individualidad de los otros. Nunca interfieras en la vida de nadie y no permitas que nadie interfiera en tu vida. Solo entonces un día podrás crecer en la espiritualidad.
…Es así que muchas personas enloquecieron. Y cuando estoy diciendo que muchas personas han enloquecido, no hagas una excepción de ti mismo. Has estado loco, cumpliendo las expectativas de todos…
Hagas lo que hagas, los otros van a encontrar maneras de ser infelices contigo porque no pueden ser felices… La felicidad es un arte que se tiene que aprender. Esta no tiene nada que ver con tu hacer o no hacer".
Publicado por Elisabeth Cavalcante
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