A menudo nos quejamos por lo que no nos sale bien. nos quejamos de la vida. nos quejamos de los demás. de la falta de suerte y de un montón de cosas, y casi nunca nos acordamos de que sólo estamos cosechando las semillas que un día plantamos.
Quejarse no es la solución y sólo empeora las cosas. pero nos encanta quejarnos y esa energía va tirando de nosotros cada vez más hacia abajo. Si las cosas no van bien en tu vida, en cualquier aspecto que sea, ¿te has parado a pensar por qué eso está ocurriendo? ¿Te has fijado en que, si continúas quejándote e irritándote con personas y acontecimientos, sólo estás sembrando cosas que van a alimentar más y más lo que ya parece tan malo. si continuamos plantando el mismo tipo de semillas, siempre vamos a cosechar las mismas cosas.
Cuando miramos en derredor, podemos percibir que la vida es generosa con algunas personas y no así con otras, pero eso no sucede por casualidad y sabemos que ellas sólo están recogiendo lo que sembraron. Pese a que ahora las mismas personas que están cosechando generosidad, ya no observen esa actitud, ellas están recogiendo aquello que un día sembraron, y ciertamente habrán de cosechar lo que están plantando hoy. No es posible sembrar miedo y cosechar amor. y así sucesivamente.
Sabiendo que quejarnos sólo va a empeorara la calidad de esa cosecha ¿qué tal hacerlo de modo diferente? Qué tal asumir la responsabilidad sabiendo que eso es una reacción de algo que tú creaste un día y, a partir de ahí, hacerlo todo de otra manera. A veces buscamos soluciones complicadas que hacen parecer que nuestros problemas no tienen remedio, y no nos damos cuenta de que actitudes bien sencillas y a nuestro alcance en el día a día pueden marcar toda la diferencia.
Para ser generosos, primero hemos de asumir el compromiso de ser verdaderos con nosotros mismos. es preciso tener el coraje de mirar nuestros actos más escondidos, aquellos que nadie percibe, pero que a menudo son los que más disgustan a los demás.
Siempre podemos cambiar radicalmente nuestra energía con algunas técnicas, pero si haces al otro lo que para ti deseas, ciertamente eso es lo que atraerás. He venido haciendo un ejercicio que leí una vez, en el cual uno busca ser generoso con las otras personas. ser generoso a veces es tan solo escuchar a quien no recibe atención, o tener un poquito de paciencia con el que está cerca, quitar de ti mismo el foco durante un ratito para ponerlo en el bienestar del otro. vas a percibir que esto puede operar verdaderos milagros en tu vida. Una cosa sencilla, pero que requiere una decisión profunda, de buscar todos los días ser generosos con el otro, tiene el poder de atraer muchas más cosas buenas a tu vida de lo que podrías imaginar.
A menudo estamos llenos de buenas intenciones y planes de servir y tenemos en la cabeza aquello que sería una manera adecuada de servir a la humanidad, pero eso nos parece tan lejano e inalcanzable que muchos se quedan sólo en las buenas intenciones. lo cierto es que el Universo dispone a nuestro alrededor todo cuanto necesitamos para servir. las personas de nuestras relaciones más próximas, ya sean parientes, amigos o aquellas personas que la vida pone en nuestro camino, aunque no sea más que por poco tiempo. si nos dedicásemos a ser más generosos con ellos, seguramente la vida sería mucho más feliz para todos.
Una forma buena de observar lo que estamos plantando en nuestro día a día es, cada noche antes de dormir, recordar lo que sucedió en ese día y percibir si fuimos indelicados o poco generosos con alguien. sin sentir culpa y sirviéndonos de ello para nuestro progreso, podemos, al otro día, hacerlo de manera diferente y, cuando surja la ocasión, ser más amables. aun no teniendo demasiada sintonía con alguna persona de nuestro entorno, podemos recordar que. si hay algo en aquella persona que nos molesta, es que en nosotros tenemos lo mismo y no logramos percibirlo. al ser generosos con el otro, y armonizarnos con ellos, estamos armonizándonos con las partes nuestras que ellos reflejan. A decir verdad, al ser generosos con el otro, estamos siéndolo con nosotros mismos, porque el otro es siempre un espejo y, a medida que vamos avanzando en esa práctica, vamos percibiendo los cambios.
Al retirar un poco el foco de nosotros mismos y pasarlo al otro, nuestros problemas empiezan a perder aquella importancia enorme que les dábamos. empezamos a sentir qué gratificante es dar aunque no sea más que un momento de alegría al otro, de cuidado. vas a notar que esto puede operar verdaderos milagros en tu vida.
Una cosa sencilla, pero que requiere una decisión profunda de buscar todos los días ser generoso con el otro, tiene el poder de atraer muchas más cosas buenas para tu vida de lo que puedes imaginar. y con toda seguridad los frutos que vamos a cosechar de las semillas que con eso plantamos serán muy dulces.