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Aprendiendo a recibir

Publicado por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLD

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Traducción de Silvana Partucci - [email protected]

Uno de los aprendizajes más importantes de la vida es saber equilibrar el dar y el recibir. La mayoría de nosotros fue condicionada por el concepto cristiano de que la verdadera virtud consiste en dar, en ayudar a otro, en ser solidario.

Es claro que esta es una cualidad valiosa, pero tan importante cuanto ésta es el saber recibir. Aunque parezca increíble, muchas personas no consiguen hacer esto, principalmente porque poseen una autoestima baja y no se consideran merecedoras de amor y atención.

Entonces, es aceptar donarse incondicionalmente sin que reciban de vuelta, en la misma proporción, el respeto y la admiración que devotan al otro.
Esto sucede principalmente en las relaciones afectivas, muchas personas acaban devotándose al otro sin límite y este no corresponde en la misma medida a su amor.

Tan importante cuanto ser capaz de amar es querer y permitirse ser amado, tener consciencia del valor intrínseco que se posee como ser humano y desear todo lo mejor que la vida tiene para ofrecer.

Libertarse del auto rechazo, dedicar a si mismo amor y compasión es el paso inicial para que se desarrolle el don de ser receptivo al amor. Esto exige despojarse del miedo y abrirse plenamente para compartir el propio ser.

“¿Qué es dar?”...
…a menos que te des, no darás absolutamente nada.

Puedes dar dinero, pero no eres el dinero. A menos que te des, es decir, al menos que des amor, no sabrás lo que es dar.

…Y que es recibir? ...La misma verdad cuanto al recibir: al menos que seas capaz de recibir amor, no sabrás lo que es recibir. Quieres ser amado, pero no pensaste sobre eso ¿eres capaz de recibir amor? ¡Hay tantas barreras que no te permiten recibirlo!

La primera es ésta: no te respetas, entonces, cuando el amor llega a ti, no te sientes lo suficientemente adecuado para recibirlo y estás en tal atribulación que no puedes ni ver un hecho simple: por no haberte aceptado a ti mismo como eres, jamás fuiste amado… ¿cómo puedes conseguir recibir el amor de alguien?

Sabes que no eres digno de él y no quieres aceptar y reconocer esa idea tan estúpida que te alimentó, de que no eres digno de amor. Así, ¿qué hacer? Simplemente recusas al amor. Y, para recusar al amor, tienes que encontrar excusas.

La primera y más importante excusa es que “eso no es amor, por eso no lo acepto”. No crees que alguien te ame. Cuando tú mismo no te amas, cuando no te ves -tu belleza, tu gracia, tu grandiosidad-, cómo puedes creer cuando alguien te dice: “Eres bello. Veo en tus ojos una insondable profundidad de gracia tremenda. Veo un ritmo en tu corazón en sintonía con el universo”?

No puedes creer en todo eso, es demasiado. Estás acostumbrado a ser condenado, estas acostumbrado a ser castigado, estás acostumbrado a ser rechazado, estás acostumbrado a no ser aceptado como eres, esas cosas las recibes muy fácilmente.

El amor tendrá un tremendo impacto sobre ti, porque tendrás que pasar a través de una gran transformación antes de recibirlo. Primero, tienes que aceptarte sin ninguna culpa. No eres un pecador como los cristianos y otras religiones continúan enseñándote.

…Para evitar el rechazo, es mejor rechazar el amor. Es por eso que las personas no aceptan el amor.

Ellas lo desean, anhelan por él. Pero, cuando llega el momento y alguien está listo para derramar su amor en ti, te retraes. Tu retraimiento tiene una psicología profunda. Tienes miedo: ¿esto es hermoso, pero cuánto va a durar? Tarde o temprano, mi realidad será revelada. Es mejor estar alerta desde el comienzo.

…Amor quiere decir intimidad, amor quiere decir dos personas llegando cada vez más cerca, el amor quiere decir dos cuerpos, pero una única alma. Tienes miedo: ¿tu alma?! Un alma de pecador, sobrecargada con malas acciones de millones de vidas? No! Es mejor esconderse, es mejor estar en una posición en que la persona que te ama te rechace. Es el miedo al rechazo lo que no te permite recibir amor.

No puedes dar amor porque jamás nadie te dijo que naciste un ser amoroso. Te han dicho: “¡Naciste en pecado!”. No puedes amar ni puedes recibir amor tampoco. Eso disminuye todas las posibilidades de tu crecimiento.

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Sobre o autor
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Elisabeth Cavalcante é Taróloga, Astróloga, Consultora de I Ching e Terapeuta Floral.
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