Lo que más desea el ser humano en los momentos desafiantes de la vida es tener alguien que le indique una salida, un camino para libertarse de la angustia, de la duda y del sufrimiento.
Existe una fuente inagotable de poder y sabiduría que habita en tu interior, pero mientras permaneces tomado por la locura de la mente y la avalancha de emociones, se vuelve imposible acceder a ese don.
La voz interior solo puede manifestarse cuando, finalmente, nos rendimos a la confianza, la entrega al relajamiento total dentro del ahora, el único tiempo en el cual se puede contactar la dimensión divina del ser.
Siempre que te sorprendas en la condición de desesperación, como un náufrago que busca desesperadamente la salvación, es imprescindible parar, respirar hondo y hacer un esfuerzo consciente para adentrar en la dimensión del silencio.
Es allí que residen las respuestas que tanto buscamos. Pero, lo divino nada puede hacer por nosotros si no nos abrimos a él en absoluta confianza, si no nos volvemos plenamente disponibles a lo que él quiere revelarnos.
De a poco, cuanto más ejercitamos esa práctica, más auténticamente silenciosos nos volvemos y así, oír lo que lo divino tiene para decirnos se volverá algo tan natural cuanto comer o dormir.
"Sigue tu naturaleza. ¿pero cómo seguir tu naturaleza si no sabes quién eres?
¡No tienes permiso para conocerla! Estas dando instrucciones precisas sobre que hacer: que comer, cuando levantarse a la mañana, cuando ir a la cama. Has estado dando instrucciones precisas.
Esas instrucciones, si seguidas, te hacen un esclavo. Si no son seguidas, te hacen un delincuente. Si seguidas, te vuelves un santo, pero un esclavo. Las personas van a adorarte, respetarte. pero el respeto es nada más que un entendimiento mutuo. Si sigues nuestras instrucciones, vamos a respetarte, si no las sigues, serás preso.
O eres un esclavo espiritual o un prisionero físicamente: esas son dos alternativas que te da la sociedad. Eso nunca permite que te vuelvas consciente de que hay una fuente de orientación infinita dentro de ti, de desde donde Dios habla.
Dios aún habla, no dejó de hablar. No es parcial, no es que le habló a Mahoma y a Moisés y no te habló a ti. Habla contigo tanto cuanto lo hacia con Mahoma. La única diferencia es que Mahoma estaba listo para a oír y tu no lo estás. Mahoma estaba disponible y tú no lo estás. Volverse disponible a tu naturaleza interior es lo que yo llamo meditación". OSHO. O Dhammapada: The Way of Buddha.