La voluntad de la existencia es soberana y siempre se impone sobre los deseos y expectativas de nuestro ego. Sin embargo, aquellos que no viven una vida de conexión con el Todo y no creen en el poder del plano espiritual sobre nuestro destino, siguen queriendo imponer, a toda costa, su voluntad sobre la vida.
Los que ya despertaron en esta verdad consiguen interpretar las señales que la vida les envía y, al revés de querer controlarla, practican en todas las circunstancias el arte de la aceptación.
Cuanto más nos rendimos a los designios de la existencia, mayores son las chances de que ella nos traiga la felicidad y la paz con que soñamos. Pero como nuestra sabiduría es ínfima comparada con la de lo divino, muchas veces no conseguimos comprender que el tiempo para la realización de ésta meta es exactamente aquel que precisamos para alcanzar la madurez y la sabiduría necesarias.
Sin ellas, aunque la vida nos traiga algo bueno, ciertamente no sabremos valorizarlo, pues el ego nos traerá de vuelta el miedo, la insatisfacción y nuevos deseos, en la tentativa de llenar el vacío existencial que resulta de una vida desconectada de la Presencia y del verdadero sentido de estar en este planeta aquí y ahora.
Mientras no esté plenamente enraizada en nuestra consciencia la seguridad de que las pruebas puestas en nuestro camino y las elecciones que debemos hacer son desafíos evolutivos asumidos aún antes de encarnar, seguiremos ciegos, tanteando en la oscuridad, en busca de una explicación de los hechos de la vida.
Ningún evento es inexplicable cuando se tiene como directriz la perspectiva de que cada encarnación es un escalón en el proceso evolutivo de nuestra alma.
Las personas y relaciones más significativas y que más movilizan nuestras emociones, son, sin dudas, aquellas con las cuales tenemos cuestiones carmáticas a ser vividas.
Solamente la consciencia puede hacernos comprender el tipo de compromiso que tenemos con cada uno de ellas, cuales son aquellas con que nuestra misión es desapegar, dejar ir, y cuales las que vinieron a nuestra vida con el propósito de ayudarnos a crecer en la vivencia de una relación íntima y personal y, además, compartir la realización de algo significativo para el bien común.
Todos somos parte del momento actual de transición que atraviesa el planeta y los obstáculos que tenemos que enfrentar en estos días que corren son esenciales para nuestro crecimiento interior.
Estar aquí, ahora, por más doloroso que a veces pueda parecer es, al mismo tiempo, un gran privilegio, si percibimos el hecho de que estamos testimoniando un valioso momento de la evolución de la consciencia humana.