Hoy vi un post en e Facebook que decía: “Ayer yo era inteligente, quería cambiar al mundo. Hoy soy sabio, estoy cambiándome a mi mismo”. Lo compartí inmediatamente por creer que esto revela una enseñanza profunda.
Lo que hace la mayoría de las personas es tratar de cambiar a las otras. Esto es, en verdad, una tentativa de alterar la realidad exterior para tener paz interior. Tratamos de cambiar el comportamiento y la forma de pensar que nos incomodan de las otras personas para que finalmente podamos ser felices. Ese es el camino correcto para generar sufrimiento para ti mismo.
El mecanismo que sucede es el siguiente: siempre que alguien se comporta o deja de comportarse de la manera que nos gustaría, surge dentro de nosotros un malestar. Ese malestar es simplemente nuestro juicio sobre la realidad. Es una reacción interna, totalmente nuestra, y para que podamos estar en paz nuevamente, intentamos hacer que las personas cambien. Aún cuando no decimos nada y no tomamos ninguna providencia para que eso suceda, el deseo está latente en nuestro interior.
El resultado de ese querer frustrado de alterar la realidad es el sufrimiento. Ese sufrimiento puede manifestarse en forma de bronca, impotencia, frustración, tristeza y varios otros sentimientos.
A partir de ahí surge la dependencia, el comportamiento controlador, la crítica, el juicio y en casos más graves la agresión verbal y física.
Recientemente, conversando con un amigo que es mucho más joven que yo, me decía que le molestaba cuando su abuela le decía que había tardado mucho en el baño y que debería ser más rápido. Le pregunté por qué eso le molestaba tanto. Él se justificó diciendo que no servía de nada que ella dijera lo que debería haber sucedido, porque ya había pasado y no tenía como cambiar.
Entonces le dije: “Desde tu punto de vista, ella debería parar de pensar de esa forma, parar de reclamar. Es interesante, tú sufres del mismo mal que ella. Ella quiere que cambies y tomes tu baño más rápido y tú quieres que ella cambie y piense diferente, que ella acepte el tiempo de tu baño o no exprese su opinión; por eso sufres. En el momento en que aceptas lo que ella piensa, sin juicio, su opinión no interferirá en tu paz interior. Los juicios de tu abuela van a causarle malestar solamente a ella”.
Una cosa sucede cuando reclamamos, rebatimos e intentamos cambiar a las otras personas: el otro lado resiste. O sea, todo eso acaba contribuyendo para más conflictos. Si la reacción de mi amigo al reclamo de su abuela fuese totalmente neutra y sin juicio, probablemente la abuela pararía de reclamar. Eso sucede porque los enfrentamientos alimentan nuestro ego, nuestra sombra. Cuando estamos discutiendo o intentando convencer a alguien, el ego se fortalece, intenta subyugar a la otra persona para sentirse superior y la otra persona intenta hacer lo mismo contigo. Es un juego que sucede de forma inconsciente. Por eso, cuando no es creada una resistencia del otro lado, el ego no tiene más con quien disputar, no hay más alimento para que se fortalezca. Así, el enfrentamiento acaba.
Tal vez ya hayas pasado por la experiencia de intentar cambiar el comportamiento de alguien a través de la crítica y probablemente debes haber percibido que no funcionó. Conozco una pareja que lleva 40 años de casados y tienen comportamientos en que uno todavía reclama del otro durante todo ese tiempo. Si la crítica fuese una forma eficiente de promover cambios, los dos habrían moldeado perfectamente el comportamiento para encajarse uno con el otro.
Hay una cosa también muy interesante que sucede con quien comienza a entrar en el camino del autoconocimiento y desarrollo personal. A veces, alguien hace un curso que lo lleva a ver un montón de comportamientos, creencias y formas de actuar que llevan al sufrimiento, está encantado con todo eso. Entonces cuando sale del curso, comienza a mostrar todo eso a las personas, indicando como ellas juzgan y causan sufrimiento a ellas mismas y a los otros y eso comienza a generar antipatía. Actúa como si fuese un profesor que señala las fallas de los otros, o sea, comienza a juzgar a las personas e intentar cambiar sus comportamientos.
O sea, la persona que teóricamente debería estar más compasiva, menos juzgadora, mirando más para sus reacciones internas buscando mejorarse a si misma, comienza a desviarse de ese camino y pasa a observar e incomodarse con el comportamiento de las otras personas. Muchos se quedan intentando, de forma insistente, que los otros hagan el curso que ellos hicieron. Eso genera resistencia y las personas comienzan a escapar.
Confieso que ya pasé un poco por ese estadio cuando comencé. Hoy mi “táctica” es muy diferente. En realidad, no hay ninguna táctica. Apenas busco ser lo mejor que puedo y, a través del ejemplo, nuestra influencia aumenta mucho. Si alguien me pregunta algo sobre esa área, hablo; si alguien no demuestra interés, no hay problema. Escribir textos como estos y postear en mi blog, en el Facebook o en otros sitios es también una forma de dejar disponible lo que sé y que puede ayudar a otras personas, dejándolas libres para leer, si ellas así lo quieren.
André Lima - EFT Practitioner. *EFT - Emotional Freedom Techniques
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