Uno de los mayores obstáculos para la conquista de la paz interior es la insistencia de la mente en mantenernos presos al pasado. Si algún día, en algún momento, algo salió mal y vivenciamos la experiencia de la pérdida, de la decepción o de la frustración de algo muy deseado, el ego hará todo para mantenernos esclavizados a esta experiencia.
Cuanto más inconscientes seamos de este proceso mayor será la dificultad para liberarnos y el tiempo necesario para esto puede llevar meses, años y aún toda una vida.
Felices los que tienen oportunidad de recibir de la existencia la posibilidad de adquirir la consciencia acerca de cómo esta creencia negativa se desarrolla. Aunque apenas esto no sea suficiente, constituye un paso esencial.
Si queremos, de hecho, dejar atrás el pasado, tendremos que enfrentar el mayor de los obstáculos: el miedo. Este hará de todo para mantenernos paralizados en nuestra zona de confort, con el argumento de que está allí para protegernos de nuevos sufrimientos.
Pero, como el crecimiento interior solo puede suceder en la presencia del desafío, en algún momento, seremos presionados por la vida a abandonar nuestra pseudo seguridad y a redescubrir la fuente de coraje e intrepidez con que llegamos al mundo.
Antes de que la mente y el ego se formasen, nada nos parecía amenazador, vivíamos en un constante estado de alegría, relajación y confianza. Recuperar esta condición del Ser, sin dejarnos dominar por el pánico de experimentar lo nuevo, lo desconocido, constituye la mayor victoria que podemos alcanzar en nuestra jornada.
Solamente los que no se contentan con una existencia mediocre y poseen una vocación inquebrantable de ser felices, se dispondrán a enfrentar lo que sea necesario para liberarse de las limitaciones impuestas por la mente y el ego.
Si hay una voluntad firme, poco a poco el deseo de superación se volverá mayor que la resistencia, hasta que, finalmente, el impulso del coraje se hará presente y conseguiremos dar el tan deseado salto.
“Va cerrando los capítulos que ya has leído, no hay necesidad de estar volviendo y volviendo de nuevo. Nunca juzgues nada del pasado por la nueva perspectiva que está llegando, porque lo nuevo es lo nuevo, incomparablemente nuevo. Lo antiguo fue cierto dentro de su propio contexto, lo nuevo es cierto dentro de su propio contexto. Y los dos son incomparables”.
Osho