Saber donde querer llegar es el paso esencial para que podamos tomar decisiones sensatas. Sin embargo, aunque parezca increíble, pocas personas tienen claramente definidas sus metas en la vida.
Al respecto de las cuestiones materiales, obviamente todos pretenden alcanzar la prosperidad y la abundancia. Pero cuando se trata de objetivos más profundos y significativo como, por ejemplo, vivir en sintonía absoluta con el Ser, pocos consiguen tener la consciencia de lo que esto significa.
La cuestión es que la mayoría de nosotros fue educada para tener ambiciones básicas, como una carrera promisoria, casarse, tener hijos. Sin embargo, desde el punto de vista espiritual, lo ideal sería trazar la dirección de nuestra vida teniendo como base, por sobre todas cosas, el alcance de un estado interior de alegría, serenidad y equilibrio.
Y esto solo es posible si vivimos en consonancia con las necesidades de nuestra alma, lo que exige consciencia, coraje, voluntad y una disposición para hacer elecciones que, muchas veces, podrán contrariar todo lo que aprendimos como lo ideal o lo adecuado bajo la óptica del mundo.
No hay otro camino para aquellos que tienen dentro de si ansia por trascender la mediocridad y emprender la jornada con motivación, entusiasmo y verdad.
El gran poder del ser humano está en su capacidad de tomar decisiones.
Cada decisión que tomamos nos permite modificar el futuro y el pasado.
Elegir, sin embargo, significa comprometerse.
Cuando alguien hace una elección, debe recordar que el camino a ser recorrido será muy diferente del camino imaginado.
Elegir significa: “bien, yo se donde quiero llegar”.
A partir de ahí, es necesario estar atento al mundo, porque una decisión desencadena una serie de eventos inesperados.
Comprométete con tu decisión precisa y con tu voluntad de seguir adelante.
Por lo que resta, ella misma te tomará por las manos y te mostrará el mejor camino.
Carlos Castaneda.
Publicado por Elisabeth Cavalcante
em STUM WORLD
