EL SIMBOLISMO DEL NÚMERO 8

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por Helena Gerenstadt - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

EL SIMBOLISMO DEL NÚMERO 8
Número del Equilibrio, de la Justicia y de la Renovación.

Lo mismo que la escala musical volvía al inicio a la octava, al octavo sonido, de la misma forma el ocho simboliza un nuevo comienzo, en un nivel superior. Este simbolismo también se presenta en la estrella de ocho puntas, el octógono. En la analogía, el cuadrado representa todo lo que es terreno; el círculo representa la esfera celeste y, a su vez, el octógono es la línea entre esos dos mundos. Esta transición de la planta cuadrada hacia el círculo divino se puede ver en muchas iglesias, destacando un octógono que es el Cielo. Como intermediario entre el cuadrado y el círculo, el octógono simboliza el umbral por el cual, en la Tierra, podemos aproximarnos a lo Divino, eterno e ideal, y también cómo el Cielo puede ser benevolente con los humanos. Por tanto, el ocho es muy importante en el Cristianismo. Simboliza el propio Cristo, cuyo nombre en griego tiene el valor numérico de 888, principalmente por haber sido el intermediario entre Dios y el hombre. La estrella de la Navidad, al anunciar el nacimiento de Cristo, también recuerda este simbolismo, y tradicionalmente tiene ocho puntas. También las ocho personas que sobrevivieron a la inundación en el Arca de Noé, según el relato bíblico, expresan la idea de un nuevo comienzo. Esta es la razón por la cual el ocho está considerado como el número de la suerte, y la rueda de ocho radios es la rueda de la fortuna. Ese número fue considerado en la Antigüedad un objetivo digno de los esfuerzos por conseguir llegar. En el camino hacia la salvación del alma hay que pasar por siete cielos de los siete planetas, hasta llegar a la octava esfera, en el cielo, donde moran los dioses. Este simbolismo se encuentra en el Panteón Romano, construcción circular en la cual el octógono se caracteriza por nichos distribuidos en ángulos. La unión estable entre dos mundos, como el Cielo y la Tierra, este mundo y el otro mundo, el tiempo y la eternidad, se representan visualmente en el ocho tumbado, la Lemniscata. Este símbolo de la eternidad también ilustra el principio hermético "lo que está arriba es como lo que está abajo", que los Cristianos presentan como "así en la Tierra como en el Cielo". Por otra parte, también se dice que el octavo día no tiene fin, porque Cristo resucitó en el octavo día de la semana, y abrió la puerta de la eternidad para la humanidad. En el mito egipcio de la creación de Hermópolis, cuatro parejas de dioses, la Ogdóada (grupo de ocho divinidades) encarnan las fuerzas primarias que forman el principio. En el Judaísmo la circuncisión se hace en el octavo día después del nacimiento, y simboliza, al igual que el bautismo cristiano, la alianza con Dios. En el Budismo existen cuatro verdades nobles, que describen los sufrimientos del mundo, los ocho caminos, liberando al hombres de estos dolores. En la mitología nórdica, Odín, el padre de los cielos es tomado por Sleipnir, el caballo de ocho patas, en su viaje entre el Cielo y la Tierra. Desde la época de Pitágoras, el ocho se considera el número de la justicia por dejar siempre dividido por igual. Por eso la Justicia siempre ocupa el octavo lugar en los Arcanos Mayores del Tarot. El ocho también es conocido como símbolo de la justicia entre los pueblos germánicos. "Femegerich", la Liga de la Corte Sagrada, estaba formada por ocho (acht en alemán) jueces, Achten o Echten a quienes se debía respeto. Podían condenar al acusado y a declararlo fuera de la ley y sin derechos. Esta sentencia era conocida como "la marca del ocho".

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