Vivir en total armonía con las fuerzas del Universo exige una atención permanente sobre la fuente de energía que comanda nuestras acciones. Todos los días sería útil que nos preguntásemos si estamos siendo guiados por el ego o por la Presencia.
Existen señales claras que pueden responder esta pregunta. Si estamos actuando bajo la dirección del ego, nuestras actitudes tienden a ser motivadas por sentimientos como deseo de poder, de status, destacarse entre los demás seres humanos, sentirse superior.
O el ego también puede guiarnos para el polo opuesto: a través del miedo, de la inseguridad y del sentimiento de incapacidad, de que somos inferiores a los otros y, por eso, ineptos para alcanzar el éxito y el reconocimiento ante el mundo.
Si, al contrario, actuamos bajo la inspiración de la Presencia, somos guiados por tres virtudes esenciales: aceptación, entusiasmo y motivación. La energía de la Presencia nos pone en sintonía con la armonía del Universo y hace que deseemos actuar teniendo como meta contribuir al mantenimiento de este equilibrio.
Aceptar los limites que la vida muchas veces nos impone, pero sin perder la confianza de que ésta nos llevará, inevitablemente, al cumplimiento de nuestra misión existencial, es el primer paso de esta jornada.
Esta postura nos ayudará a mantener el entusiasmo y la motivación para emprender nuestras realizaciones, aunque tengamos que enfrentar desafíos y obstáculos en el camino.
Cuanto mayor la sintonía con la Presencia, más nuestras acciones serán el resultado natural de una consciencia despierta y contribuirán de forma significativa para mejorar el mundo.
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