Una de las mayores fuentes de sufrimiento para el ser humano es la resistencia a lo que es. Esto sucede cuando se identifica con el papel del sufridor, de la víctima agraviada siempre que las circunstancias no suceden de acuerdo con su deseo.
Esta es una actitud típica del ego, la de querer que la realidad se amolde a sus necesidades que la mayor parte de las veces son mecanismos compensatorios de agujeros emocionales profundos.
Cuando esto no ocurre, en vez de movilizar su energía para una nueva posibilidad, el ego la desperdicia, en una lucha interna de conmiseración e inconformismo y, muchas veces, se pasa toda la vida en este proceso perdiendo valiosas posibilidades de crecimiento interior.
El secreto para salir de este circulo vicioso es, en primer lugar, analizar hasta que punto lo que se buscaba era absolutamente imprescindible para la felicidad.
Al iniciar este cuestionamiento -y si logramos ir a fondo- seguramente abandonaremos la idea de que aquella cosa era la única chance que teníamos para ser felices. Si, porque cuando el ego desea desesperadamente alguna cosa, su reacción al no conseguirla es tan intensa y dramática que realmente se convence de que nunca tendrá otra oportunidad y que sus caminos se cerrarán para siempre.
La inconciencia puede, de hecho, hacer que esto suceda, pues el destino de cada uno de nosotros es moldeado, en gran parte, por las creencias que cultivamos en nuestra mente.
Entregarse es simplemente confiar que la existencia nos concederá una nueva chance -y siempre lo hace- pues el aprendizaje evolutivo se da a través de varias experiencias.
La cuestión es que, en el momento de la pérdida, el ego nos vuelve incapaces de ver las bendiciones que ya recibimos de la vida, los aciertos que ya realizamos y nos hace permanecer focalizados apenas en la sensación de frustración y fracaso.
Cuanto mayor sea nuestra capacidad de aceptación, menos tiempo desperdiciaremos con sufrimientos inútiles. Lo que en principio nos fue negado puede ser, en realidad, una forma que la vida eligió para despertar nuestro poder interior.
.Rendirse no significa debilidad. Hay en esto una gran fuerza. Solo una persona que se rinde tiene poder espiritual. A través de la rendición, te libertas internamente de la situación. Verás entonces que la situación cambia sin ningún tipo de esfuerzo de tu parte. De cualquier forma, estarás libre.
Eckhart Tolle. El poder del Ahora