Si acaso te encuentras en una relación donde frecuentemente te sientes intimidado, sin libertad de ser tú mismo, viviendo con temor a herir o alterar el humor de tu pareja, fíjate en los detalles de todo lo que viene sucediendo, revisa cómo estabas tú antes de iniciar esa relación, comparándolo con tu estado actual. Si notases algún malestar, aunque sea intermitente, bajo ningún concepto descalifiques lo que sientes, y empieza de inmediato a observar objetivamente todo lo que ha estado pasando, de manera más distanciada.
Si actos antes corrientes en tu vida han quedado paralizados, si has estado retrocediendo evitando hacer las cosas más triviales que siempre has hecho y que siempre te han dado felicidad, como estar en compañía de amigos queridos, quizá de toda la vida, por mantener una relación, puede que estés confundiendo lo que es sano con lo que es aprisionamiento de alma. En relaciones sanas el clima suele ser de levedad, complicidad, empatía y libertad. ¿Va la tuya por ese camino?
Estar al lado de la persona que amamos viene gracias a una elección consciente.
Hemos elegido salir con esa persona, casarnos con ella, hemos elegido estar con quien nos gusta, nadie nos mandó ni obligó a estar con esa persona. Ninguna relación puede funcionar en la falta de confianza. Quien está junto a otro lo elige porque le gusta. Siempre es una elección.
En las relaciones afectivas donde existe una imposición tortuosa en nombre de estar juntos para demostrar que nos gusta o lo que sea, el resultado es la retracción de la alegría de vivir de uno de los miembros de la pareja, donde las culpas y deberes inferidos las más de las veces son infundados. Si estás pasando por una relación de ese orden, observa si existe algo de imposición tiránica en el aire, y si percibes algo, aunque sea sutil y velado, no lo banalices. Las relaciones abusivas son de difícil detección, y sin embargo mucho más frecuentes de lo que podríamos suponer; si surgiese algún ruido emocional en ese sentido, todo conocimiento sobre el asunto debe ser pesquisado.
Además de los conocidos abusos físicos, hoy más que nunca la advertencia es para que todos permanezcan atentos a otro tipo de violencia, actualmente configurada como abuso emocional. Las marcas impresas por ambos son equivalentes.
La cuestión del abuso emocional a menudo confunde a las víctimas, por surgir en medio de manipulaciones y funciona como si fuese un virus de difícil detección, que en poquísimo tiempo muestra evidencias de su fuerza, devastando la vida de la mayoría de los afectados. En la duda, observa también si tú te ves obligado a andar por carriles diseñados por tu pareja, mediante una lógica de terror que te amenaza con el abandono si te atrevieses a ser más libre que lo que te es impuesto.
Observa si los sentimientos de miedo y de tristeza imperan y si tus breves momentos de alegría ocurren porque no has sido abandonado, y además, si esos breves intervalos de paz sólo existen cuando no estás siendo amenazado, y otras veces cuando recibes una brizna de un supuesto cariño que incluso puede venir en forma de sexo, artimaña que engaña e ilude más todavía, cuando sugiere que ese encuentro de fusión vendrá a asegurarte emocionalmente, lo cual es mentira. Evita confundir amor con tregua de tranquilidad.
Quien duda e impone demasiadas reglas acorralando a la pareja, aparte de convertir la vida del otro en un verdadero infierno, inaugura un mar de tristezas sin fin, donde todo lo que podría ser amor queda convertido en represión, miedo, dependencia y depresión.
Nadie, en su sano juicio, jamás desearía tal cosa para sí mismo.
Si sospechas que te encuentras en ese tipo de estafa, has de saber que algo muy malo puede estar sucediendo en tu vida y que puede ser que estés en una cárcel sin saberlo.
Cuando se está en una relación abusiva, la persona puede ser alguien con éxito, en buena posición social, de muchos amigos o con lo que fuese que la construye como identidad, y que esa pareja rápidamente te alejará de todo eso, robando mucho más de tu esencia que lo que pudieses imaginar. En poco tiempo la tendencia es a que la vida se vuelva cabeza abajo, haciendo que tú te sientas aislado hasta perder tus propias referencias, hasta que tu alma quede totalmente a merced de ese otro tirano que ejercerá todo su poder sobre ti como si fuese tu amo.
Esa clase de relaciones abusivas suelen ser tóxicas porque la víctima queda enganchada a ese tipo de demandas, que funcionan más o menos así: Yo hago lo que tú quieres y tu te portas bien conmigo, yo entonces me relajo porque no vas a marcharte, hasta que surja la próxima ocurrencia en que tú me amenazas con enfadarte conmigo por algo que yo supuestamente hice y te enfadas nuevamente, te enojas y me amenazas con dejarme, y así sucesivamente… Con esto yo me voy poniendo siempre en tensión y al acecho, con miedo a fallarte en algo, continuamente mirándote y haciendo todo para que no cambies de humor y nuevamente me amenaces.
Entorpecidas dentro de ese patrón que no cambia, las víctimas literalmente olvidan que antes podían vivir sin esa persona y que, en aquel tiempo, pese a cualquier problema que estuviesen pasando, aun así eran felices, más de lo que son ahora.
Si estás en un evento, en un trabajo o en lo que sea y que forma parte de tu individualidad, y a menudo cuando estáis juntos, él (o ella) te roba de tu escena, inventando cosas para que te sientas culpable, emocionalmente mal, con eso gradualmente, la sustracción de tu propia vida se va produciendo.
Cuanto antes despiertes, mejor. La vida es demasiado breve para dejarte caer en celadas que pueden ser fatales.
Las relaciones tóxicas son devastadoras. Las más de las veces, una ayuda psicológica competente es más que necesaria para que el rescate de la vida se verifique.
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos
Publicado por Silvia Malamud
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