Habéis notado que en algunos puntos esperamos a estar listos para, en un futuro próximo o lejano, en que algo va a suceder, ser por fin felices en aquella área.
Mientras tanto, “en el ahora”, que es el único tiempo en que podríamos estar felices si estuviésemos en el presente, no damos demasiada importancia a las cosas que no nos están haciendo bien, o que no están saliendo bien, y no tomamos ninguna providencia para resolverlas, porque este es únicamente un tiempo en el que nos estamos preparando para un futuro donde vamos a ser felices…
Y el tiempo de preparación para la felicidad se va alargando, y vamos aplazando para más adelante, sin darnos cuenta de que estamos pasando por la vida sin vivir… y que ese tiempo puede no llegar nunca, y lo que es peor, al programar cualquier cosa para el futuro, nos olvidamos tener en cuenta que todo va cambiando todo el tiempo, y mañana, cuando llegue esa supuesta felicidad, si es que llega, ya estaremos diferentes, y lo que hemos creado ayer no trae felicidad a quienes somos hoy…
Por lo regular, muchos de los planes que hacemos tienen en cuenta convertirnos en esto o aquello, lograr muchas cosas, posición, adquisición de bienes, etc., pero ¿en qué nos basamos al elegir esas cosas para la futura felicidad? Casi siempre es el ego quien elige y éste quiere crear las situaciones que considera adecuadas a nuestra felicidad, casi siempre mirando hacia fuera, no teniendo en cuenta nuestra esencia.
Muchas veces conseguimos manifestar exactamente aquello que pedimos… pero los efectos pueden no ser los esperados, y pueden incluso generar mucha frustración. Podemos tardar en comprender que no estamos felices con lo que hemos logrado, e incluso hacer un esfuerzo enorme para hacer como si estuviésemos felices con eso que habíamos soñamos un día y que al fin se ha manifestado… porque ya no tenemos ánimos para intentarlo de nuevo.
Ese camino de crear nuestra realidad con la ayuda de nuestra mente funciona maravillosamente si nos enfocamos en lo que queremos con determinación y si nuestras creencias inconscientes lo permiten.
O sea, puede que inconscientemente estemos creando lo opuesto de lo que queremos.
No existe congruencia entre lo que queremos conscientemente y lo que nuestras creencias inconscientes quieren… Y la realidad que creamos no nos satisface… y después de tanto trabajo para crear cosas, nos sentimos frustrados y sin esperanza, sin entender qué es lo que ha fallado…
Podría ser mucho más sencillo ser feliz…
¡Y lo es!
La felicidad no debería exigir esfuerzo, debería simplemente suceder… Pero nuestro ego, que por miedo quiere estar siempre al control, nos aleja de la posibilidad de encontrar esa felicidad sencillamente y sin esfuerzo.
Esa felicidad que no depende de nada fuera de nosotros mismos.
A fin de cuentas, podemos estar rodeados de todo cuanto hemos soñado, conseguirlo todo, y no estar felices… y también puede ocurrir que nos pillemos siendo felices, así, de la nada, sin que nada venido de fuera pueda justificar esa felicidad.
Por cierto, lo que puede estorbar esa felicidad sencilla y sin razón aparente es justamente el ego, que cuando se da cuenta de que estamos felices, así, de la nada, enseguida busca explicaciones y justificativas, y esto ya nos quita de aquel estado… Y sin darnos cuenta, allá se fue otro momento más de sencillez feliz.
Qué difícil se nos hace comprender que la felicidad viene de dentro… viene de Ser.
Cuando percibimos esto y experimentamos momentos de Paz, pasamos a buscar más de esos estados y esa búsqueda nos lleva a descubrir que ya somos esa Paz, y no tenemos que ir a lugar alguno para encontrarla… sólo permanecer en lo que Somos en esencia.
Y no hay cosa más sencilla que eso… pero para ello hace falta tener el valor de abrir mano del control y confiar en que, cuando estamos en el Ser, somos guiados por inspiración Divina, y no requiere esfuerzo de la mente crear esto o aquello, todo lo que va a hacernos felices va llegando despacito y la vida va fluyendo con más levedad y sencillez.