La insatisfacción es el motor del cambio. Mientras ésta no alcanza un grado elevado, seguimos acomodados en las circunstancias, pese a sentir un leve signo de malestar.
Sólo cuando esta sensación se incrementa y finalmente tomamos la decisión de encarar aquello que la está causando, es cuando podemos dar el primer paso hacia la transformación.
La resistencia es grande, pues la respuesta ciertamente nos exigirá valor para eliminar la fuente de nuestra insatisfacción. Si ésta es de orden material, el reto puede no ser tan intimidatorio. Pero si está relacionada con factores emocionales y envuelve sentimientos, la dificultad será mucho mayor.
Lidiar con emociones que causan conflicto es uno de los principales motivos por los cuales las personas se muestran paralizadas frente a la vida. Y, paradójicamente, es también lo que más las moviliza para liberarse, ya que en algún momento la somatización se producirá, originando desequilibrios en el cuerpo físico.
Muchas son las personas que pasan gran parte de la vida ignorando o racionalizando sus sentimientos, y sólo cuando la enfermedad física se presenta, es cuando se sienten presionadas a buscar la ayuda necesaria para cambiar.
Únicamente la auto-observación permanente puede ayudarnos a percibir las razones por las cuales no nos sentimos plenamente felices con nuestra vida. Y será también en nuestro interior donde vamos a encontrar las respuestas para esa cuestión. A nadie más incumbe esa responsabilidad.
Alcanzar la armonía y la paz interior debería ser el único objetivo de todo ser humano. A fin de cuentas, solamente esta condición hace que la vida valga la pena.
“Tú necesitas entender la vacuidad que estás intentando rellenar, y haz la pregunta, ¿por qué estoy vacío? La existencia es tan plena ¿por qué me siento vacío? Quizá haya perdido el rumbo – ya no esté moviéndome en la misma dirección, no sea ya existencial. Esa es la causa de mi vacuidad.
Entonces, sigue a la existencia. Relaja y aproxímate a la existencia en silencio y paz, en meditación. Y un día, llegarás a percibir que estarás pleno – abundante, desbordante – de alegría, de éxtasis, de bienaventuranza.
Estarás tan pleno de esos sentimientos que podrás distribuirlos para el mundo entero y aún así no te sentirás cansado.
Ese día, por primera vez tú no tendrás cualquier ambición – por dinero, por comida, o por cualquier otra cosa. Vivirás naturalmente, y encontrarás todo lo que necesites”.
Osho