Todos los días al despertar, sería útil que nos preguntásemos: ¿todavía estoy dispuesto a arriesgarme, en lo que sea que mi corazón me indique?
Seguir al corazón es, sin duda, una de las cosas más peligrosas a ojos de la sociedad. Ella siempre nos incentivará a permanecer en la zona de confort, en aquello que nos proporciona la ilusión de seguridad y control.
El corazón, por el contrario, nos reta a ir contra la corriente dominante, a invertirlo todo en nuestra individualidad, pues ahí es donde nos sentimos más auténticos y verdaderos.
¿De qué sirve seguir el patrón establecido si no nos sentimos felices? Si al imitar al resto del mundo nos invade la sensación de que nos falta algo que ninguna fórmula preestablecida puede llenar.
Claro que las más de las veces el coste de emprender esa transformación es alto y no todos estarán dispuestos a pagarlo.
Visto que nada en la vida es seguro y que el riesgo puede llevarnos a un camino radiante o a la oscuridad más profunda, abrazarlo exige mucho valor.
Sin embargo, si no nos atrevemos a abrirnos a lo nuevo, a la demolición de las viejas estructuras internas, cristalizadas, experimentaremos una especie de muerte en vida, donde sólo los comodones nos harán compañía.
Aquellos que se han sentido instigados a escuchar los anhelos de sus almas, éstos marcarán la diferencia y, ciertamente, serán los agentes de transformación que la existencia siempre necesita.
“Aquellos que dicen estar esperando por una oportunidad están siendo engañados, y no están engañando a nadie no siendo a sí mismos. La oportunidad no va a surgir mañana. Ella ya ha llegado, siempre ha estado presente. Estuvo presente incluso cuando tú no estabas aquí.
La existencia es una oportunidad. Ser es la oportunidad. No digas: “Mañana voy a meditar, mañana voy a amar, mañana voy a tener una relación radiante con la existencia”. ¿Por qué mañana? El mañana nunca llega. ¿Por qué no ahora? ¿Por qué aplazar? El aplazamiento es un truco de la mente: hace que continúes lleno de esperanzas y mientras tanto, la oportunidad se te está escapando.
Y, al final, llegarás al postrer destino – la muerte – y ya no habrá más oportunidades a tu disposición. Eso ya ha sucedido muchas veces en el pasado. Tú no eres nuevo aquí.
Tú ya naciste y moriste muchas veces. Y, cada vez, la mente usó del mismo truco, y tú aún no has aprendido”.
Osho
Publicado por Elisabeth Cavalcante
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