Si el miedo te paraliza y te impide creer en el cumplimiento de tus objetivos, algo muy grave te está pasando.
Cuando permitimos que el miedo asuma el mando de nuestra vida, es porque nuestro poder interior no ha sido debidamente construido y se ha dejado debilitar, todavía más, por algún acontecimiento.
Si nos esforzamos en materializar alguna meta y el resultado no es el que deseábamos, el letargo pasa a dominarnos, por el pavor a que nuevamente la vida nos defraude.
¿Como, entonces, superar esa limitación? No hay fórmula mágica para ello, por mucho que lo deseemos.
La única salida es mantenernos en estado de alerta permanente, para no permitir que la mente nos esclavice diciéndonos, incesantemente, que el fracaso se repetirá.
Eso es precisamente lo que ella desea: que permanezcamos enfocados en la negatividad para que dejemos de actuar, perpetuando así su dominio. Cuanto más tiempo tardemos en darnos cuenta de ese juego, más prolongaremos la angustia.
El secreto para hacer que la mente pierda su poder sobre nosotros, es practicar cada vez más el ejercicio de la auto-observación silenciosa.
La conexión con nuestro yo divino es la única forma de girar esa llave y sentirnos capaces de reiniciar nuestra jornada cada vez que sea necesario.
Cuanto más nos llenemos de la energía del amor, de la confianza y de la paz, menos poder tendrá el miedo sobre nosotros.
“La meditación no es nada más que crear una situación en que la mente tenga cada vez menos que hacer…
...Un día la mente recula completamente – y entonces tú te vuelves el Universo. Tú ya no quedas confinado en tu cuerpo, ya no quedas confinado en nada – tú eres espacio puro. Eso es lo que Dios es. Dios es espacio puro.
Publicado por Elisabeth Cavalcante
em STUM WORLD
