Hay una profunda distinción entre las elecciones conscientes y las dirigidas por la mente. Desde el momento en que dejas de identificarte con los patrones de pensamiento que tu mente te impone, tus elecciones adquieren otra calidad.
Dejan de estar basadas en el miedo, en la ira, en la falta de confianza, en fin, en los condicionamientos que te han sido impuestos por la sociedad.
Por difícil que sea la plena comprensión de este proceso, ésta es esencial para poder liberarnos de la insania. Nadie elige voluntariamente la disfunción, el conflicto, el sufrimiento, el hacer algo no porque se desea, sino porque sencillamente no se está en condiciones de proceder de modo diferente.
Pese a no poder proceder de otra manera, sufrirá las consecuencias de su inconsciencia. Las decisiones inconscientes son resultantes de la plena identificación con los patrones mentales que cada cual arrastra, y que han sido generados a partir de su historia de vida.
Mientras no haya desarrollado un grado suficiente de consciencia, el ser humano no estará en condiciones de tornarse despierto y seguirá comandado por la mente.
Nuestro mayor desafío existencial es la liberación de ese patrón, y esto por lo regular se hace posible cuando alcanzamos un grado tan elevado de sufrimiento que nos obliga a iniciar la jornada de autoconocimiento.
“...Contempla el pensamiento, siente la emoción, observa la reacción. No conviertas esto en un problema personal. A estas alturas, tú sentirás algo más extraordinario que cualquiera de las cosas que observas: la propia presencia tranquila y observadora que existe por detrás del contenido de la mente, el observador silencioso”.
Eckhart Tolle