La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar del otro, de sentir sus dolores y necesidades como si fuesen nuestras. Es consecuencia natural de la madurez emocional, de haber desarrollado la consciencia de que el destino de todos los seres humanos está interconectado.
Las personas que aún no alcanzaron esa fase están centradas en sí mismas y en sus propios problemas, incapaces de conmoverse por las dificultades ajenas. Esta es una actitud muy común en aquellos que viven bajo el domino del ego, en los cuales la inmadurez predomina.
Como niños mimados, exigen que sus deseos sean plenamente satisfechos, no importa lo que eso cueste a los demás. No tienen comprensión alguna de que su necesidad no es más importante que la de los otros.
Siendo así, cualquier acción egoísta, individualista y perversa es perfectamente justificada, ya que la indiferencia es la consecuencia natural de la ausencia de empatía.
Visto que los egoístas consideran ser más merecedores que otros, se vuelven ciegos y sordos a cualquier solicitación que no sea la suya propia. La cura para este trastorno sólo puede venir con el desarrollo de la conciencia espiritual, sin la cual no se alcanza la sabiduría ni la comprensión del significado de la Unidad.
“Sólo la compasión es terapéutica – porque todo lo que es ruin en el hombre se debe a la falta de amor. Todo lo erróneo en el hombre está en algún lugar asociado al amor. Él no está siendo capaz de amar, o no está siendo capaz de recibir amor. Él no está siendo capaz de compartir su ser. Esa es la miseria. Eso crea todo tipo de complejos por dentro…
… En el amor existe gratitud, existe una profunda gratitud. Tú sabes que el otro no es una cosa. Tú sabes que el otro posee una grandeza, una personalidad, un alma, una individualidad. En el amor, tú concedes libertad total al otro. Está claro, tú das y recibes: es una relación de dar y recibir… pero con respeto”.
Osho
Publicado por Elisabeth Cavalcante
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