La vida está hecha de cambios constantes y las experiencias que ella nos presenta tienen por objetivo principal hacernos madurar.
Eso a que llamamos dolor es una emoción originada por situaciones en que nuestra seguridad ha quedado afectada y nos sentimos desamparados.
Esto ocurrió porque aún no teníamos una consciencia plenamente desarrollada, y necesitábamos del apoyo exterior para sentirnos enteros.
Hasta que eso suceda, el sufrimiento nos acompañará como una sombra y será realimentado muchas veces.
Salir de esa prisión sólo es posible cuando ensanchamos nuestra percepción del progreso y buscamos ayuda para liberarnos. Muchos seguirán del mismo modo, desde el nacimiento hasta la muerte.
Afortunadamente, una pequeña parte de la humanidad ya ha despertado para el hecho de que solamente el desarrollo de la consciencia puede redimirnos.
El dolor necesita de la inconsciencia para existir y no soporta la luz de la Presencia, ya que ésta es el elemento esencial para que el sufrimiento desaparezca.
Cuando nos conectamos con esa energía – que es la expresión de lo divino en nosotros – pasamos a percibir claramente las trampas en que la mente y el ego nos hacen caer.
Debemos entonces alimentarla, manteniendo la atención permanentemente sobre nuestras emociones, para que no nos convirtamos nuevamente en rehenes del juego del sufrimiento.
“Yo te digo que el sufrimiento no te está reteniendo; eres tú quien está reteniendo el sufrimiento. Y si pudieses hacer unos experimentos, aceptando lo que yo estoy diciendo, llegarías a comprender eso por ti mismo.
Y no sólo llegarás a comprenderlo, sino que vas a experimentar una entrega; sabrás cómo se puede abandonar el sufrimiento. Y cuando te hagas bueno en el arte de abandonar el sufrimiento, vas a darte cuenta de lo que ibas arrastrando contigo…
...Tú debes comprender que mientras no te hagas consciente del dolor escondido en tu inconsciente, él no te dejará, sino que permanecerá escondido. Exponlo, tráelo a la consciencia. Sácalo para fuera, donde quiera que se haya escondido en la oscuridad interior, tráelo para la luz”. Osho.