La conquista de la paz es una tarea diaria que todos hemos de emprender.
Son innumerables los retos para mantener nuestro equilibrio interior.
No obstante, el mayor de ellos es el de no identificarnos con los actos de otros.
Siempre que alguien manifiesta alguna opinión negativa sobre nosotros, el ego tiende a reaccionar, ya sea de forma explícita o, por el contrario, haciéndonos rumiar aquella emoción durante días, semanas, meses o años.
Resistir a ese patrón no es fácil. Exige sobre todo consciencia de los mecanismos de la mente y sus reacciones habituales.
La ruptura del hábito de reaccionar sólo puede producirse si nos mantenemos plenamente enraizados en nuestra autoestima, de modo a no dejarnos afectar por críticas.
Está claro que hay circunstancias sobre las cuales no tenemos poder para actuar, ya que la vida en sociedad incluye los actos de un gran número de personas.
Aunque la vivencia colectiva constituya un reto para nosotros, hemos de encontrar formas de protegernos contra la negatividad imperante, rodeándonos todo lo posible de personas con quienes armonicemos energéticamente.
La solidaridad, la unión y la compasión se hacen cada día más esenciales para nuestra supervivencia individual y colectiva. Sin ellas difícilmente lograremos asegurar la paz como una realidad al fin.
Publicado por Elisabeth Cavalcante
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