El miedo de no ser una buena madre

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Traducción de Teresa
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Autora Isha Judd
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Las madres de hoy tienen que enfrentarse a retos múltiples y cada vez más intensos: actividad de trabajo competitiva, niños, familia, además de inseguridades crecientes, miedos que parecen mucho más grandes, incertidumbres, pérdidas, crisis y muchas cosas que afectan a su autoestima y su salud emocional.

Tendemos a clasificar a una madre como "buena" o "mala", pero lo que existe es sólo un ser humano ejerciendo la función madre de la mejor manera posible en cada momento. Las intenciones son las mejores, pero los miedos traen la manifestación de limitaciones y la necesitad de controlar.

Las madres tienen que aprender a amarse incondicionalmente. Así podrán amar a todos: a sus hijos, a su pareja, y a todos sin sentirse exigidas o agotadas. Podrán descubrir una fuente inagotable de bienestar, salud, paz y amor. Esa fuente está dentro de cada uno de nosotros y es eso lo que yo enseño. Mediante la práctica del Sistema Isha empezamos a retirar las marcas del miedo, y lo que emerge es la expansión del amor incondicional, primero hacia uno mismo y, después, como consecuencia, hacia todos los demás.

Las madres se esfuerzan tanto para dar, dar, dar a todos, dejándose siempre por último. Cuidar de sí misma no es ser egoísta. ¿Cómo podemos dar algo a alguien si no tenemos para darlo a nosotros mismos? El poder de cambiar y tomar decisiones según lo que necesitamos en cada momento está dentro de cada uno de nosotros, y las opciones son siempre estas: o elegimos desde el miedo, o elegimos desde el amor. Ten siempre en mente que "Somos lo que elegimos, elijamos el amor".

Así, de forma práctica, las madres tendrán que adoptar algunos cambios: si están siempre criticándose, deben empezar a valorarse y a apreciar todo lo que está a su alrededor, en cada detalle; si están siempre quejándose, deben empezar a agradecer, aunque sea algo que parece pequeño e insignificante.

Nosotros, los seres humanos, necesitamos crecer, expandir nuestra consciencia, aprender a amarnos incondicionalmente y mejorar nuestra calidad de vida. Así, la vida se torna en una aventura a ser vivida, sorprendiéndonos y estando presente, para vibrar en cada momento con lo que es.

Si una madre pone foco en su crecimiento, en expandir su consciencia, en ser más amor y en vivir con esa libertad y esa paz que la expansión de la consciencia aporta, ella compartirá en cada momento su precioso ser, brillando en su excelencia. Ella creará una vida maravillosa, en cualquier cosa que haga como mujer, un ser humano cada día más pleno. Ella estará obsequiando a sus hijos con un ejemplo de impecabilidad, sensibilidad, valores en acción, amor, alegría y paz consigo misma. Eso ciertamente habrá de inspirar a los que la rodean. Los niños aprenden con el ejemplo, aprenden con lo que sienten que es verdad.

Y la madre, entonces, será un ser humano consciente, sin máscaras para aparentar ser la fuerte, con una energía que se irradiará de forma natural. Ella estará enseñando, en la práctica, que la autoridad que irradia viene del amor.

Como siempre digo: "Somos lo que elegimos, elijamos el amor".

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