Es natural, en ciertos momentos, cuando la inseguridad y la falta de confianza en nuestra sabiduría interior predominan, creer que las respuestas a nuestras inquietudes vendrán dadas por el mundo exterior.
Sin embargo, en la medida en que vamos madurando, descubrimos que esta es una tarea que sólo nos incumbe a nosotros.
Para ello es esencial estar firmemente enraizados en nuestra propia verdad, o sea, en lo que necesitamos para alcanzar la realización del propósito de nuestra alma.
Siempre que intentes seguir la verdad ajena, el resultado será falso y no te llevará a la consecución de tus objetivos.
Hacer un gran cambio en la vida es realmente aterrador. Pero no hay otro camino para vivir en paz con uno mismo.
No todos entenderán tus decisiones, pero la prioridad es la de vivir tu propia verdad y no la de hacer que otros te entiendan.
Todo el aprendizaje que puedas lograr no te servirá de nada si no actúas, si no pones en práctica las lecciones que tu jornada llegue a proporcionarte.
Esa actitud redundará en el respeto hacia ti mismo, y esa es la mayor de las conquistas. Es lo que te va a dar la posibilidad de, cada noche, irte a dormir sintiendo el orgullo de ser el que eres.
Nada es más valioso que la seguridad de que estás trazando tu camino de modo único, honrando esta oportunidad que la existencia te ha concedido.