Muchas personas permanecen estancadas en la vida porque consideran que nada de lo que se propongan hacer saldrá bien.
Esta postura puede tener como causa una profunda inseguridad en cuanto a su poder, - por la falta de estímulos durante su formación - o bien el haber sufrido algún revés, convirtiendo esa experiencia en una creencia definitiva.
La mente siempre nos lleva a creer que una vez fracasado, siempre fracasado. Desde el momento en que esto se convierte en paradigma, siempre encontraremos por delante barreras que nos parecerán infranqueables.
Muy a menudo éstas son más imaginarias que reales.
Está claro que las dificultades y los retos siempre existirán. Sin embargo, si ya partimos del principio de que no tenemos la capacidad para superarlos, esta convicción ciertamente se convertirá en nuestra única realidad.
Este es un patrón que hemos de romper por medio de la consciencia. Cuanto más observamos con atención el fluir de nuestros pensamientos, más percibiremos los motivos por los cuales nos dejamos llevar por el miedo.
La parálisis que el descreimiento provoca nos garantiza una falsa impresión de seguridad. No obstante, con el paso del tiempo esa sensación se ve reemplazada por el sentimiento de frustración, toda vez que al proceder así bloqueamos cualquier posibilidad de alcanzar la realización de nuestros sueños.
El sentimiento de plenitud que acompaña a la victoria sobre el miedo sólo puede ser experimentado por aquellos que osan ir más allá de las creencias limitantes de sus mentes.